24.7.11

La verticalidad de las motos no es opcional


Atención: Esto es un escrito de (semi)ficción. Contiene poca o nula información interesante, para variar, y puede hacer perder mucho el tiempo al lector, que, por otro lado, ya está avisado.

Les habían avisado de que tendrían problemas al devolver las motos alquiladas, que el negocio no era tanto el alquiler mismo, como la multa injusta al devolverla que podía ser de cientos de dólares. Que te tenían 'cogido por las pelotas' por que dejabas el pasaporte como seguro, que no aceptaban dinero como fianza. Así, no podías acabar no entendiéndote con ellos, porque entonces no podrías dejar el país.

Y fue por eso que se fiaron de la guapa chica española que se encontraron por casualidad al lado de su hotel, en un local que vendía tours de buceo. Era una chica semirubia, de ojos intensos y piel suave por la gracia del mar y morena por la del sol, a la que le habían escuchado el final de una llamada telefónica en su idioma materno, el castellano de España. En cuanto se apagó la pantalla del aparato que la aislaba, la abordaron en busca de ayuda, a lo que accedió con inmensa empatía.

- Hola, necesitamos un par de motos, ¿Te parece que estos de aquí son de fiar? ¿Que podemos alquilarles las motos tranquilamente?

- La verdad -dijo ella con gesto de disculpa- es que yo a estos no los conozco y, no sé si sabéis, el negocio no es alquilarlas -lo que les confirmó sus sospechas a la vez que los hizo confiar en ella.

- ¿Y tení algún amigo que arriende motos? -este último no era español, claro. Era chileno y de ahí su acento y sus palabras raras.

- Bueno, la verdad es que conozco a unos que viven en Chalok, un poco más allá, y es a donde envío a todos mis amigos y la verdad es que nunca ha habido ningún problema. Son buena gente -dijo ella.

Tenían un mapa, por lo que la buena chica pudo señalar para que ellos entendieran. Apuntaron mentalmente los datos y ella prometió llamar a su amigo para anunciar la llegada de 4 españoles. '2 españoles y 2 chilenos', corrigió rápidamente un español, con miedo a que lo mezclara con 'los otros'. Siguieron con intercambio de cortesías y así descubrieron que la guapa chica llevaba viviendo en la isla un año ya y que trabajaba de freelance dando clases de submarinismo, que se había comprado una moto por la ridiculez de los alquileres y parecía bastante contenta con su vida. Todos menos uno la envidiaron mucho.

- Muchas gracias por el dato -sonrisa agradecida-. Por cierto, yo me llamo Pedro.

- Encantada, yo me llamo Irene.

- Yo Juan.

- Carlos.

- Y Torres.

Presentados todos, pues, procedieron a despedirse con algún 'suerte' y algún 'hasta luego'. Irene había calado. Pero ella los olvidó tan rápido que en cuanto dejó de verlos a mitad de la primera curva, ya no recordaba ningún nombre; sólo recordaba que eran españoles y que tenía que llamar a su amigo Joke para avisarle de que iba a llegarle clientela.

Los chicos se fueron a desayunar. O a comer, según se viera. Estaban encantados en Koh Tao. Es cierto que sólo llevaban unas horas en la isla, pero les parecía que aquí se lo podrían pasar muy bien. Habían tenido la suerte de encontrar un buen hotel bastante barato y no tan alejado del centro, sólo había que caminar entre 5 y 10 minutos. Los dueños del hotel les habían tratado demasiado bien y por eso sonreían sin pausa; habían tenido un muy buen aterrizaje.

Después de saciarse, unos más que otros, decidieron emprender la búsqueda de un tuk-tuk barato que les llevara hasta Chalok, la reunión de casitas y negocios en el otro final de la carretera principal, y la única, de la isla. El primer taxista, sentado a la sombra en silla-tumbona, les ofreció llevarles por 100 bahts por persona, 3,3 dólares al cambio, aunque fueran 10 minutos de trabajo y explicó la inexistencia del tuk-tuk en la isla; sólo coches tipo pick-up. Cuando ellos le dijeron que era muy caro, no pudo más que sonreir ante la larga búsqueda que les iba a tocar sufrir a los tacaños turistas. Caminaron al sol hiriente durante no menos de 15 minutos, en busca del taxi de precio correcto. Tiempo perdido, que sólo sirvió para sudar y calentarse en más de un sentido. Los taxis estaban todos de acuerdo y no les quedó más que aceptar el precio único, no sin antes exponerse todas y cada una de las posibilidades detalladamente. Lo que calentó aún más a Pedro, que ya hubiera pagado el segundo ofrecimiento y por tanto llevaba 15 minutos de más bajo el sol abrasador.

400 bahts más pobres llegaron por fin al local de Joke, "uno rojo con ordenadores para conectarse que está delante de Fishy's Burguer", tal y como había apuntado Irene. El orondo Joke les recibió alegre, imaginando que eran los amigos de su amiga:

- You are the spanish? -con el típico acento complicado local.

- Two spanish and two chilean -apuntó Pedro sonriendo.

Sonrieron mucho todos, gracias a la exageradamente cálida bienvenida del gordito local sobrado de sonrisas y palmaditas en el hombro. Hablaron de lo simpática que era Irene y de las playas encantadoras que íban a encontrarse.

Entonces ellos se relajaron, pues no parecía el típico que gustara de timar a los extranjeros. Pero pronto, las sonrisas de nuestros cuatro amigos fueron desapareciendo en un fade-out angustioso. Las motos que les ofrecían estaban impecables y eso significaba problemas, pues a motos impecables, nuevas rayadas saltan a la vista. Y ellos tenían miedo de las consecuencias.

Y la cosa empeoró, pues Joke sacó el papel del seguro, que no tenía nada que ver con el papel del seguro tradicional: era uno en el que se tenían que señalar los arañazos actuales de las motocicletas, para su comparación a la vuelta. Era el seguro para el propietario. Pero no había nada que señalar, pues las motos, como decía, estaban impecables y relucientes.

Nerviosos, intentaron encontrar cualquier arañazo sin ningún tipo de suerte, pero decidieron continuar con el alquiler, recordando las palabras de la simpática española. Pedro tuvo que dejar su pasaporte, pero consiguió dominar sus nervios (o eso le pareció a él).

Se fueron de ahí sin la libertad que te debe dar la moto cuando la moto es la única manera de moverte por el paraíso. La posibilidad de caerse no era nada remota y el precio a pagar por la torpeza podría ser demasiado alto. Pocos metros más allá, se dieron cuenta que ni siquiera habían preguntado el precio, por confiados primero, por nerviosos al final.

Y, tras carretera mal asfaltada y sinuosa y caminitos con demasiados baches, llegaron a su primer destino. Playa espectacular, por colores y por entorno. Azul clarísimo, arena de color nieve, vegetación casi caribeña. Y todos sonrieron: aparcaron las motos intactas.

Eran las 3 de la tarde ya, pasadas, y el sol empezaba a ser menos histérico. Lo que no impidió un snorkel bastante interesante, a pesar de la falta de pilas de la única cámara acuática que llevaban entre los cuatro. Después de una buena nadada, descansaron a pierna suelta y decidieron silenciosamente alargar la primera visita a costa de la segunda. Aunque después descubrieron que la segunda playa era todavía más espectacular que la primera. Después de varios 'oh's' y 'ah's' y algunas fotos más, se bañaron por última vez aquél día en las bañeras naturales inmensas del sur tailandés.

Cuando llegaron de vuelta al hotel, ya casi anocheciendo, volvieron a sonreír gracias a la verticalidad intacta de los transportes.

Se ducharon y salieron a cenar y a beber. Disfrutaron del espectáculo típico de malabaristas con fuego en la playa y todos coincidieron en que era mejor que el que ya les había impresionado en Koh Phan-gan. Todos se divirtieron, pero no todos se acuerdan de lo que hicieron esa noche, por lo que al despertar al día siguiente, compartieron preguntas y risas. No tanto las resacas ni los regustos a vómito.

Ese día consiguieron despertarse antes que el anterior, por lo que podrían alargar las horas de playa y los nervios sobre las motos.

Más playa espectacular. Cada playa iba mejorando la anterior y no dejaban de sorprenderse y señalar. Motos: sin sorpresas, seguían provocando sonrisas cómplices y confiadas. Comieron en uno de los extremos de la primera playa, donde había un restaurante no tan pequeño, subido a las rocas, que regalaba vistas más espectaculares gracias a la panorámica que permitía. Snorkel, arena y pierna suelta. Y fotos, obvio.

Fundido a negro. Aparece la carretera. Ya en el párquing de la siguiente playa, las sonrisas volvieron:

- Esta es la última vez que aparcamos la moto -apuntó Juan con su marcado acento catalán y sonrisa incontenible.

- No seái pájaro de mal agüero... -dijo Torres semiserio.

- Imaginaos que después volvemos al párquing y nos encontramos que éste de al lado -señalando otra scooter aparcada muy cerca de una de las suyas- ya no está y que al salir ha tirado la nuestra a tierra.

- ¡No seáis pájaro de mal agüero weon! -repitió presuroso el ya no tan sonriente Torres.

- No seas burru... -Juan, obvio.- ¡No pasará nada!

- Cuando alguien predise el futuro detta manera eh imposible que asierte weon -dijo Carlos con buen talante y ganas de tranquilizar a Torres-, no te preocupíh.

Torres se calmó un poco. Al fin y al cabo hubiera sido demasiada casualidad. Por eso, y por que además tocó corteza de árbol.

Y la escalada de espectacularidad que no desfallecía. Y más fotos. Y más arena y rocas. Y más azules y blancos. Y más azules nuevos. Y más tranquilidad. Y más comentarios retándose a ir a vivir ahí. Y más sonrisas y risas tontas. Y más colores espectaculares. Y más biquinis dignos de mención. Y más fotos.

En el párquing de vuelta es donde perdieron las ganas de vivir en lo que ya no les parecía el paraíso. Ahí mismo se desenamoraron de todo. Culparon a Juan por ser pájaro de mal agüero, despreciándolo no tan en silencio como deberían. A Juan se le rompió algo más que el presupuesto, a los demás, las ganas de alargar el viaje.

21.7.11

Antropología barata


En Tailandia me ha sorprendido la cantidad de gente que viaja sola. Hay muchísima. Siempre están desayunando pronto, comiendo con el pc cerca o con la cara semitristona. Sobre todo me fijé en eso en Bangkok, pero también pasa en las playas del sur. Nunca los verás solos de fiesta por la noche... El porqué, no lo sé.

Eso es algo que no he visto durante el viaje ni en Vietnam ni en Laos ni en Bali (estuve demasiado poco en Camboya). Al menos no de manera evidente.

Como digo siempre, la gente es muy amable. Después de los vietnamitas, los tailandeses son la gente más amable que conozco. Pero en Koh Tao nos hemos encontrado con gente algo más incómoda; intentan aprovecharse más del turista, y 'aprovecharse' es en el sentido más peyorativo de todos. Hay que ir con muchísimo cuidado para alquilar motos, indispensables en la isla, porque a la mínima rayadita en alguno de los plásticos te lo cobran a precio de oro: 200 dólares por el guardabarros, por ejemplo. Si pueden intentarán sacarte 1.000, y sin querer, joderte el viaje. Y si tienen muy mala uva, la rayadita es inventada. Además, la isla está muy mal asfaltada, sobre todo por lo poco y también por lo irregular, con muchos caminos de tierra hasta las playas, con pendientes de más del 30%, por lo que la conducción no es lo más segura posible.

Y en los restaurantes tampoco parece que te consideren ese 'amigo por conocer'. Más bien eres 'ese otro idiota, a ver qué querrá éste'.

Los taxistas son extracarísimos. No hay tuk-tuk's y se aprovechan demasiado. Por 5 minutos de trabajo piden 3 dólares tan tranquilamente. 3 dólares por persona, por supuesto, con un mínimo de 3. Si puedes viajar y estar de vacaciones a la vez, creen que eres rico. Y aunque sea la verdad, no deja de ser feo e incómodo.

Aquí, el snorkeling es lo mínimo (el buceo: lo más), y te venden el equipo sabiendo que no vale para nada, sabiendo que estás tirando el dinero y que en 10 minutos ya se te habrá roto la gomita que todo lo sujeta.

Lo que me parece a mí es que la gente se vuelva más idiota cuanto más contacto tiene con los turistas. Ese es el gran regalo que occidente le hace a oriente. Y sobre todo cuando los turistas son backpackers, la clase más baja de los turistas, que en Indochina no es más que un sinónimo de niñato mimado borracho con aires de superioridad sobre el pobre local y que tiene muchos problemas para esconder su idiotez que consigue acentuar con la ingesta de alcohol.

Me pareció que los backpackers se comportaban un poco diferente al viajar por el Caribe. ¿Podría ser que la marihuana fuera mejor droga que el alcohol o las pastillitas de sabores intensos? Apuesto que mucho mejor. Y así veo las diferencias más importantes entre los turistas: unos son tranquis y alegres, los otros menos tranquis y más agresivos. Dentro de lo que cabe, claro, las variaciones no son altas, pero así las he memorizado.

En fin, la cuestión es que a lo mejor estoy un poco cansado del tipo de fiesta asiática. O mejor dicho: de la fiesta que los asiáticos montan para los turistas. En el Caribe las fiestas son con Bob Marley o Jack Johnson y en Asia es electrónica idiótica y el inmortal Papanamericano, remix basura que llevo sufriendo los 3 veranos que he pasado en los últimos 12 meses (aquí: guiño sobreactuado que intenta recordar al amado lector que debe sentir envidia). Exceso de alcohol en Asia contra exceso de más bien nada en el Caribe. A lo mejor la diferencia de precios tiene que ver; Asia es bastante más barata que Costa Rica o Panamá y por tanto los turistas también.

18.7.11

Voilà

Pues resulta que en Ko Samui, al meter los pies en el agua por primera vez, lo que venía siendo nuestro baptismo tailandés, tuvimos la suerte de que coincidiera cerca de un catalán bastante especial por lo interesante. Nos oyó hablar en español y nos saludó sin dudar un segundo y con alegría.

A la vista salta que su familia no ha sido catalana 'de toda la vida', pero sólo hace falta que abra la boca para darte cuenta de que él sí lo es y que su madre japonesa poco a podido (des)hacer con su acento catalán.

El chico se llama, creo recordar, Chema. Muy simpático y se prestó a darnos algunos consejos para sobrevivir mejor en la no tan pequeña isla.

Digo que es interesante por cómo vive Él. Según nos contó, después de entrever rápidamente que posiblemente estuviera viviendo nuestro sueño, supongo que con la ayuda de saber que vive el de muchos otros también, tiene un restaurante. En Barcelona. Se llama Voilà y está cerquísima de donde he vivido 20 años, en Aribau con Travessera de Gràcia. He pasado cientos de veces por delante, si no miles. Incluso he entrado alguna vez, aunque no consiga recordar bien cuando, ni con quien, ni como estaba la comida; pregunta última a cargo de su novia, curiosa.

Pero como decía, lo interesante estaba por decir: Vive 6 meses en Barcelona, trabajando en su restaurante, y 6 meses en ¡Tailandia! ¡En Ko Samui! para ser más exactos, donde tiene un piso "no muy grande pero mejor que el que me cuesta 7 veces más en Barcelona". Dijo las cifras exactas, pero no sé si querría que las publicara aunque los lectores seáis de la família :)

Obviamente se le vió el plumero, y no iba a ser perfecto. Para empezar, tiene novia. Y extranjera además. Y para seguir, es del Farça. Dos penas, seguramente sin remiendo.

Pero desde aquí os pido, a los lectores Barceloneses (sí, a vosotros 3), que vayáis a comer o cenar al Voilà. Dadle una oportunidad. Ayudadle a vivir su sueño. Contribuid a que otros vivan el vuestro. Yo desde luego, en cuanto tenga la oportunidad, lo haré. Nuestro sueño vale todas las ayudas posibles. Si la comida es la mitad de interesante que Él, saldrá barata.

'Islas Tailandesas' o 'Quiero vivir en la playa'

Y llegaron los días de sol y playa. De arena y sábanas. De sal y cremas. De moreno y despellejos. Y de internet y alcohol. Bueno, puede que no tanto alcohol, pero era para no dejar solo a 'internet'.

Llegué, por fin, al sur de Tailandia. Al descanso y el fin de las visitas y las caminatas y los templos. El principio del fin de este viaje asiático. Tres veces 'fin' en un mismo párrafo deben querer reforzar una idea más o menos importante.

Días en que la conexión a internet se vuelve principal. Así como la comida. Y las buenas lecturas; como Nick Hornby o Paul Auster. Y Kafka y Senil Dion. Algunos de los cuales casi llegan a mantener el nivel de Scott Fitzgerald y su 'El Gran Gatsby' y Pablo Tusset y 'Lo mejor que le puede pasar a un cruasán'. Porque las playas están muy bien, muchas son paradisíacas, pero son playas. Y sigo sin ver la equivalencia con el Caribe, aunque sí el parecido razonable.  En resumen: hay mucho tiempo que perder.

La Full Moon Party revolotea en el ambiente. Fiesta inmensa que se celebra una vez al mes en la playa en la que me encuentro, en la Isla de Koh Phangan. La 'gente joven' (y la que así se siente) organiza el viaje por el sureste asiático para hacer coincidir sus dias por el sur tailandés con esta fiesta. Todos los hoteles se llenan y te obligan a quedarte mínimo 4 noches para que les salga a cuenta, contando además que suben los precios por las fechas. La gente de islas de alrededor cogen un bote-taxi o un bus-bote para llegar de noche y salir prontísimo en la mañana, cuando la resaca amanece, y poder tener cama sin perderse 'La Fiesta'.

La fiesta en cuestión es muy parecido a lo de siempre: gente borracha y gente sospechosamente eufórica, más o menos reunidos en un lugar, en este caso una playa, con música que hace temblar la arena a causa de decenas de altavoces de un metro de alto, dedicados a bailar, contorsionarse o tener ataques epilépticos, y a hacer el idiota. Creo que me estoy haciendo mayor, que no sé si es peor que estar madurando, pero por lo menos suena parecido.

Como curiosidad antropológica está bien, es curioso. La gente llega a pagar 12$ por alcohol de mierda y lata de algo en un 'bucket', que no es más que el típico cubo para que los niños jueguen con la arena de la playa. Sólo para seguir en el estado torpe de horizontalidad contagiosa.

La gente se pinta de colores raros aunque sepan que no conseguirán llamar la atención así. Medio vestidos, lo que desanima a la imaginación mientras anima otras cosas, consiguen acabar la fiesta con todavía menos ropa.

Me he fijado que hay muchísima gente con los pies (o parte de ellos) bendados. Y la conclusión que saco es que hay muchos idiotas que consiguen romper las botellas contra la arena (los vasos son de plástico baratísimo) y eso supone un buen esfuerzo. Aunque a lo mejor es por el coral de algunas playas cercanas, quién sabe.

Después de la recuperación, el viaje seguirá por Ko Tao y el resto de islas y playas paradisíacas de Tailandia.

10.7.11

¿Que por qué quiero vivir en Bangkok?

Multiculturalísima y multiracialísima. Barata. Partes bastante 'internacionales', partes muy locales; es una ciudad bastante grande. Amabilísima a pesar de eso. Locales alegres, casi todos, aunque tengan que tratar con los maleducados extranjeros a diario.

Muy buena fiesta, por barata y por vasta. También basta.

Muy buena comida y por supuesto variadísima. Como en toda gran ciudad, lo que quieras lo encuentras. Lo que pasa es que aquí, si quieres comida local, la tienes extrabaratísima.

El Budismo es parte muy importante de la ciudad; hay un Buda escondido dentro de cada templo y un templo en cada calle. Hemos visto Budas en todas las posiciones en las que querrías ver a un Buda: sentado, estirado, de pie...

Se puede ver Muay Thai 'de verdad'. El que vimos en Chiang Mai (al norte de Tailandia) nos encantó, nos volvió locos, pero el de Bangkok era 'profesional' de verdad (a pesar de las esnifadas de algún participante entre actos), y se vió correr sangre de verdad. Y patadas durísimas. Y knockouts acojonadores. Y rodillazos que hacían temblar al estadio entero. Gente con más huevos que huesos en la nariz.

Vale la pena ver el templo principal de Bangkok, Templo Real se llama. A mi me encantó. Muy impresionante. Uno de los templos más bonitos que he tenido oportunidad de ver en esta gira. Y templos he visto casi tantos como playas. Más de uno por día seguro.

También nos gustó mucho el 'Weekend Market', el mercado más grande que he visto nunca. Y también he visto varios markets, a uno por ciudad o pueblo. Este es inacabable. Caminamos y caminamos y caminamos y no vimos ni la mitad ni una tercera parte y eso que no nos íbamos parando a menudo. Increíble. Montones de todo.

Valió bastante la pena el Museo de la Casa del Rey. Filigranas en oro impensables, con diamantes incrustados a cientos. Más que arte es artesanía, pero es que en algunas piezas habían trabajado más de 70 artesanos durante más de 2 años. Muy lucido, impresionante. No dejaban hacer fotos, desgraciadamente.

No vale la pena ni ver 'El mercado de flores' ni el Museo Nacional. Ambos decepcionaron inesperadamente. Sólo si hay tiempo debería dedicársele un rato.

Y desde luego decepcionó el 'Ping-Pong Show'. Es un show underground, digamos. Mujeres haciendo malabarismos con la vagina, coño o potorro. Juegos variados. Abren botellas de Coca-Cola, de esas que tienen la chapa metálica. Se sacan cuerdas de varios metros con hojas de afeitar cada 10 centímetros o así; unas 20 o 30 navajas en total. Lanzan una especie de dardos con cerbatanas con 'soplidos' intravaginales. Y, obviamente, lanzan pelotas de ping-pong y las encestan en unos vasos grandes. Pero superada la posible impresión inicial, te das cuenta que todo es cosa de práctica y a juzgar por las caras aburridas de las chicas, práctica tienen bastante. Fue casi más gracioso observar al borracho de delante, que estaba muy borracho.

Decepciona un poco también la cantidad de españoles que hay. Exageradísimo. Decepciona por eso de estar 'en la otra punta del mundo' y no poder insultar en el idioma materno a cualquiera que pase por la calle. Siempre es divertido el poder gritar 'mira a esa que es tan gorda como el elefante de esta mañana' o 'hijadeputa lo fea que es, que susto' o 'al cabrón le corta el pelo un epiléptico'. Pero en Bangkok es arriesgado, así que aunque lo dices igualmente, no gritas tanto.

Por fin encontré libros en español. Vietnam fue una odisea en ese sentido, pero la infinita cantidad de españoles que llegan a Tailandia tenía que tener algo bueno.

Y ahora a la playa. A descansar. Que necesito unas vacaciones :)

8.7.11

Angkor ¿What?

Perdón por el insulto ya en el título, pero es que el tal Angkor Wat ha sido la mayor decepción del viaje.

Donde debía ver el mayor y más imponente templo de Asia, yo ví un montón de ruinas. Piedras rotas, hierbajos por doquier y locales debajo de cada una y detrás de todos ofreciéndote cafés carísimos y aguas benditas, además de postales, libros, telas, budas, mecheros, camisetas...

Angkor Wat es una ciudad dedicada al rezo. O lo que queda de ella, claro, porque tiene 900 años y no tiene muchas remodelaciones que digamos. Porque las capas de barro, mugre y malashierbas supongo que no cuentan.

Sólo hay una parte que me pareció (potencialmente) excepcionalmente bonita; un templo, parte del todo, que está siendo deborado por árboles que crecen por entre las piedras, por encima de ellas, por debajo y junto a. Ta Prohm. Hubiera sido muy bonito si no fuera porque había un chino junto a cada raíz, rama y piedra evitando la foto limpia. Y yo, por evitar meter a cientos de chinos dentro de mi cámara virginal, no disparé ninguna. Hubiera disparado otras cosas, pero temí que los tailandeses tuvieran a los chinos por más iguales que a mí, y que no les gustara tanto la idea. Resultado: ninguna foto de Angkor Wat. Con un par.

Todo esto he esperado a escribirlo cuando estuviera de especial buen humor, que conste.

No estuve en Camboya más que para ver esto. Pero el pueblo en el que me alojé, Siem Reap, sí me gustó bastante, igual que la gente amable y alegre. Además de precios mucho más que muy razonables. Le hubiera dedicado algún día más, pero por exigencias del guión, salimos demasiado rapido del país, dirigiéndonos hacia Bangkok. En el último e inmundo autbús con cruce de frontera incluído.

Y eso es todo mi Camboya. Nunca recomendaría a nadie ir sólo para ver Angkor Wat, como me ha pasado a mí. Pero desde luego que recomendaría intentar ver más cosas del pobre país, como yo no he hecho.

Angkor ¡fuck!

4.7.11

Vietnam II, curiosidades

A parte de las ya mencionadas anteriormente, acentos y campos de arroz variadísimos e infinitos, hay varias curiosidades dignas de mención acerca de Vietnam:

- TODAS las niñas a puntan a supermodelo para cuando tengan la edad. La mitad de las mujeres en edad de merecer son muy guapas, las otras bastante menos. Ninguna de las mujeres que he visto de 40 o más deja de ser totalmente feísima. Las viejas son una patada en los cojones. O dos.

- Los vietnamitas aparentan ser muy felices y demuestran ser muy alegres. Son muy amables.

- Han sobrevivido a varias guerras muy importantes, aún así son casi 90 millones. Para la idea: España tiene 47 millones en una superfície de 500.000 km2. Vietnam 90 en una de 330.000 km2 con quien sabe cuantos de ellos cultivados por arroz. Son buenos haciendo bebés. Y viviendo juntos y revueltos.

- Los estadounidenses salen vivos del país. Y los franceses. Vivos y enteros.

- En la capital hay que ver el Museo de Mujeres. Mujeres de la guerra, claro. Mujeres que 'salieron adelante' a pesar de perder 8 hijos en la guerra. O 4 hijos y 2 nietos. O 2 maridos. O...

- En Saigón hay que ver el Museo de Guerra. La de los USA. Fotos horripilantes. El agente naranja es lo peor que le puede pasar a un país, creo.

- En Vietnam son comunistas, pero no se ve nada de eso en el día a día.

- La capital, Hanói, no se parece en casi nada a la excapital Saigón, ahora conocida como Ho Chi Minh City, en honor al Tío Ho.

- El Tío Ho es como se conoce a Ho Chi Minh, aunque tuvo varios nombres para escapar de las garras capitalistas. Los liberó de colonialistas y los convenció del comunismo. Quiso ser incinerado porque el entierro tradicional le parecía un gasto de tierra para el cultivo y poco higiénico. En lugar de eso se le embalsamó, se le puso en una caja de cristal y se le construyó un edificio entero alrededor, para que los Vietnamitas y los turistas pasaran a verle por miles a diario. Excepto 3 meses al año, que es enviado a Rusia para su 'restauración'. Dato público: por favor, cuando me muera, que me donen a la facultad de medicina donde haya las alumnas más guapas, para tener la despedida más dulce posible: niñas jóvenes y tersas tocándome el cuerpo desnudo por última vez.

- Vietnam es muy barato. Y cuanto más pequeño sea el pueblo, más barato es.

- Les encantan las normas ISO. Y la ponen en los rótulos de bares y demás negocios.

- Son casi todos Budistas.

- Les cuesta bastante hablar inglés, incluso en zonas turísticas. No debería extrañar... aunque no lo odian.

- Aunque es un país bastante pobre, la economía de Vietnam es una de las que más está creciendo en todo el mundo. Su índice de pobreza extrema es de menos de un 2%. Y se nota en la calle, donde se ven muy pocos indigentes.


Creo que de momento eso es todo, pero si me voy acordando de más, iré actualizándolo.


Actualización:
- Pues resulta que me ha dado por leer. Un poco. Vayaustéasaberporqué. O quizá porque me rompieron la pantalla del pc. Entonces he tenido que dedicarme a buscar libros, tarea que parecía más o menos fácil porque siempre hay tiendas con libros de segunda mano. El problema es que me gusta leer en español, soy un sibarita parece, y los españoles no son mucho de leer. He estado en librerías de pueblos pequeños que tenían estanterías enteras con libros en danés, otras en sueco, en holandés y no digamos ya en alemán. Por supuesto, 3/4 partes de la librería eran en inglés. Pero libros en español no había ni uno. Ni uno. Y eso que la gente de esos idiomas raros como el danés y el sueco pueden leer perfectamente en inglés y seguro que lo hacen. Pero los españoles, que no tenemos ni papa de inglés, no vamos por ahí leyendo libros y mucho menos dejándolos en librerías u hostales para cambiarlos por otros. Nones. Así que viva el pdf.