10.11.11

Cinco cinco...



5 días y me voy; 5 días y llego. 5 días para despegar y aterrizar en continentes diferentes. 5 días y acabamos. O empezamos. Aunque, en realidad y gracias a dios, seguimos. 5 días y volvemos. A las tapas y las cañas. A las bravas y los durums. Al jamón y al queso. Al fútbol. 5 días y me como una paella de verdad. Y a lo mejor hasta una fideuá. 5 días y vuelvo a andar y pasear. A dejar de descansar. A perderme en lo conocido, lo querido a la vez que odiado; lo recordado. A no querer un coche, y sobre todo a no necesitarlo. Al acento inteligible. 5 días y recupero el catalán. Y el castellano también. 5 días y dejo de hacer cambio de moneda, y de perder dinero con ella. 5 días y dejo de sentirme rico, de pobres rodeado, y no por el tiempo libre lo digo. 5 días y dejan de llamarme 'señor', volveré a ser un chico. Uno cualquiera pero tranquilo. 5 días y dejan de hacerme la cama, de ponerme el babero y limpiarme cuando me mancho. 5 días y dejan de reírse de mí por decir 'lavabo', 'grifo', 'hierba' o cualquier weá.

5 días y cambio 'Por la razón o la fuerza' por un país parado e indignado. Mucho mejor lo segundo, por supuesto.

¿Y qué pasa si tengo ganas de volver? Ni que sea un rato, va a ser divertido.

¿5 días y nos vemos?


PD: también, en 5 días cambio un senil por dos. Un tullido por el doble. Pero eso es otra historia...

31.10.11

Un día particular


El 14 de noviembre no será un día cualquiera, será un día particular. El principio del próximo propósito. Precursor de paseos personales, pausados y poco pesados.

El periplo partirá por el piso patriarcal, principalmente por la propia piltra: perrearé perezoso sin parar. Proseguirá por Madrid, donde algunos primos partirán su propio recorrido. Después, podré prepararme para puertos pendientes, programaré partidas prácticas, pragmáticas y puede que precarias; repensaré propuestas propias pasadas para partirlas en pares, por el precio, que privará de partidas poco parcas: serán pobres y parvas; preparativos privativos, precavidos, para no perder periodos. Pero algunas pretensiones permanecen presentes, predestinadas e impropias, o por lo menos lo parecen, y así, otras, más preciadas y pretenciosas, podrán ser producciones prodigiosas perfectamente improvisadas, pero sólo las principales. Pensaré el programa previamente o pariré el procedimiento repentinamente.

Pasearé, puede, por prados y parajes de provincias, por Perpiñán y hasta por Prusia. ¿Provenza? ¡Praga! Por supuesto, preparo periplo europeo. No pasaré ni por Pakistán ni por Paraguay.

La prestación, prestidigitada para la praxis de la no parálisis permitirá toparme con patrias primerizas, por lo menos hasta su prescripción, previsto para un periodo semestral. El patrocinio perecerá próximamente, el patrimonio desaparecerá pronto, previsiblemente pediré participar a compadres en lo primordial, el apartamento, lo que protegerá y propagará el peregrinaje.

Próximamente en sus propias pantallas. O si tiene suerte, fuera de ellas.


PD: preguntará el aburrido lector el porqué de la cacofonía: 'Pr' es onomatopeya de pedo. Y 'cacofonía', a mí, me suena a 'sonidos del cacas'. Todo relacionado muy íntimamente con la tontería de este post.

5.10.11

Las palabras pueden cambiar su evocación


Volver no tiene porqué ser malo. Al menos no siempre. Aunque desde luego suena mal al primer golpe, 'volver' puede significar reencuentros, patatas bravas y cacaolats. Compartir recuerdos. Calles e idiomas conocidos, fútbol, jamón, paellas y durums. También puede significar menos chinos y grandes e históricas ciudades más cerca, aerolíneas de bajo coste. Menos nacionalismos y más pluralismo. Menos diferencias entre clases sociales, menos vergüenza ajena, menos incomodidad. Varios bares a los que puedes llegar caminando y meter cualquier buen y barato restaurante en el camino. Grandes monumentos sin siquiera pensar en el coche. Grandes vinos. Volver caminando a casa después de una buena y larga fiesta y que además no sea solo. Wilburd.

Grandes y pequeños placeres conocidos que están ahí esperando, justo al bajar del avión y también al girar la esquina.

Cuando el verano acaba en una parte del mundo, empieza en otra. Y así puedes seguir escapando de las gélidas sombras. (Desgraciadamente eso pasa también en invierno y la frase anterior se vuelve un poco confusa.)

Volver. No me parece tan fea la palabra como me lo parecía hace un año.