10.11.11

Cinco cinco...



5 días y me voy; 5 días y llego. 5 días para despegar y aterrizar en continentes diferentes. 5 días y acabamos. O empezamos. Aunque, en realidad y gracias a dios, seguimos. 5 días y volvemos. A las tapas y las cañas. A las bravas y los durums. Al jamón y al queso. Al fútbol. 5 días y me como una paella de verdad. Y a lo mejor hasta una fideuá. 5 días y vuelvo a andar y pasear. A dejar de descansar. A perderme en lo conocido, lo querido a la vez que odiado; lo recordado. A no querer un coche, y sobre todo a no necesitarlo. Al acento inteligible. 5 días y recupero el catalán. Y el castellano también. 5 días y dejo de hacer cambio de moneda, y de perder dinero con ella. 5 días y dejo de sentirme rico, de pobres rodeado, y no por el tiempo libre lo digo. 5 días y dejan de llamarme 'señor', volveré a ser un chico. Uno cualquiera pero tranquilo. 5 días y dejan de hacerme la cama, de ponerme el babero y limpiarme cuando me mancho. 5 días y dejan de reírse de mí por decir 'lavabo', 'grifo', 'hierba' o cualquier weá.

5 días y cambio 'Por la razón o la fuerza' por un país parado e indignado. Mucho mejor lo segundo, por supuesto.

¿Y qué pasa si tengo ganas de volver? Ni que sea un rato, va a ser divertido.

¿5 días y nos vemos?


PD: también, en 5 días cambio un senil por dos. Un tullido por el doble. Pero eso es otra historia...

31.10.11

Un día particular


El 14 de noviembre no será un día cualquiera, será un día particular. El principio del próximo propósito. Precursor de paseos personales, pausados y poco pesados.

El periplo partirá por el piso patriarcal, principalmente por la propia piltra: perrearé perezoso sin parar. Proseguirá por Madrid, donde algunos primos partirán su propio recorrido. Después, podré prepararme para puertos pendientes, programaré partidas prácticas, pragmáticas y puede que precarias; repensaré propuestas propias pasadas para partirlas en pares, por el precio, que privará de partidas poco parcas: serán pobres y parvas; preparativos privativos, precavidos, para no perder periodos. Pero algunas pretensiones permanecen presentes, predestinadas e impropias, o por lo menos lo parecen, y así, otras, más preciadas y pretenciosas, podrán ser producciones prodigiosas perfectamente improvisadas, pero sólo las principales. Pensaré el programa previamente o pariré el procedimiento repentinamente.

Pasearé, puede, por prados y parajes de provincias, por Perpiñán y hasta por Prusia. ¿Provenza? ¡Praga! Por supuesto, preparo periplo europeo. No pasaré ni por Pakistán ni por Paraguay.

La prestación, prestidigitada para la praxis de la no parálisis permitirá toparme con patrias primerizas, por lo menos hasta su prescripción, previsto para un periodo semestral. El patrocinio perecerá próximamente, el patrimonio desaparecerá pronto, previsiblemente pediré participar a compadres en lo primordial, el apartamento, lo que protegerá y propagará el peregrinaje.

Próximamente en sus propias pantallas. O si tiene suerte, fuera de ellas.


PD: preguntará el aburrido lector el porqué de la cacofonía: 'Pr' es onomatopeya de pedo. Y 'cacofonía', a mí, me suena a 'sonidos del cacas'. Todo relacionado muy íntimamente con la tontería de este post.

5.10.11

Las palabras pueden cambiar su evocación


Volver no tiene porqué ser malo. Al menos no siempre. Aunque desde luego suena mal al primer golpe, 'volver' puede significar reencuentros, patatas bravas y cacaolats. Compartir recuerdos. Calles e idiomas conocidos, fútbol, jamón, paellas y durums. También puede significar menos chinos y grandes e históricas ciudades más cerca, aerolíneas de bajo coste. Menos nacionalismos y más pluralismo. Menos diferencias entre clases sociales, menos vergüenza ajena, menos incomodidad. Varios bares a los que puedes llegar caminando y meter cualquier buen y barato restaurante en el camino. Grandes monumentos sin siquiera pensar en el coche. Grandes vinos. Volver caminando a casa después de una buena y larga fiesta y que además no sea solo. Wilburd.

Grandes y pequeños placeres conocidos que están ahí esperando, justo al bajar del avión y también al girar la esquina.

Cuando el verano acaba en una parte del mundo, empieza en otra. Y así puedes seguir escapando de las gélidas sombras. (Desgraciadamente eso pasa también en invierno y la frase anterior se vuelve un poco confusa.)

Volver. No me parece tan fea la palabra como me lo parecía hace un año.

25.9.11

Repasos


No sé si ha llegado el momento de recapitulaciones y balanzas finales, más que nada porque aún no hay final a la vista, pero igual voy a hacer un (no tan) breve repaso de mitad de camino, también para llevar una lista de los caracteres exagerados vs. suavizados, para asombro más del propio que de los extraños. Después del primer gran cambio, el de hemisferio, han venido otros muchos:

He cambiado mis hábitos alimenticios, a veces por obligación, siempre con gusto. Aunque siempre evitando los gusanos secos y los escorpiones fritos, y no por falta de oportunidades, si no por exceso de lengua.

He amado la playa y cuando estoy en ella me siento un poco más libre que cuando no. Creo que el horizonte lineal me permite pensar más felizmente que el multi-iluminado.

He ganado el hábito de leer, aunque según qué semanas se me olvida.

Me he cambiado el peinado. A veces por necesidad, a veces por obligación, casi nunca con interés. Sigue siendo un tema controvertido, cuanto mínimo, y no hay reunión familiar en la que se consiga obviar el temita. El 'temita' ha hecho acto de presencia incluso en la sala de espera de la planta de partos.

Se me ha preguntado por mi futuro más que cuando eres pequeño y ya te han preguntado por tu edad. Ya he pasado por la zona 'Cansadito de la preguntita' y estoy en la fase de tomarla y devolverla con algo de humor.

He ganado en paciencia y ahora me quejo (un poquito) menos de todo. Still working, sin vítores aún.

Las visas ya no me dan más susto que pereza; ahora me dan más pereza que susto.

Tengo tinta nueva subcutánea y ya estoy pensando en la siguiente acumulación.

No ha habido daños que lamentar en mi gusto por el trabajo. Mi desprecio por él sigue intacto.

He aprendido más a estar solo y a no querer estar con quien no me interesa.

Se ha exagerado mi tendencia a la izquierda y desprecio, e incluso odio, más las fronteras y los nacionalismos. Vivir entre pobres ha resultado ser mucho más interesante e incluso divertido que hacerlo entre ricos. Además creo que suelen ser más felices.

He visitado un país que ha conseguido que valore más al mío. Y eso que desprecio al mío más que nunca.

Me he dado cuenta que las personas vivas hacen al país, no su historia. Por eso Vietnam saldrá adelante, Australia nada tiene que ver con ladrones e incluso diría que es su antónimo y creo que España seguirá hundiéndose como la mediocre que es.

Antes de llegar, pensé que Chile sería un sitio bueno para vivir, o al menos que me gustaría. La realidad es que no me gusta. No es lo suficientemente diferente como para que sea tan interesante, ni lo suficientemente parecido como para que me pueda sentir como en casa. Las pocas diferencias, me aburren. Esto provoca algunos cambios en las planificaciones de los futuros viajes.

22.9.11

Fotos de Costa Rica, el paraíso caribeño

No puedo olvidarme de mi viaje por Costa Rica, el Paraíso. Creo que los mejores paisajes que he visto, las mejores playas seguro:

19.9.11

Fotos de Hong Kong

Hoy seguimos con fotos de Hong Kong:



Los dos primeros días de Hong Kong hice 1600 fotos. No hay un cero extra. Hong Kong me pareció increíble. Debería subir alguna foto más, son demasiado pocas, pero de momento es lo que hay.

17.9.11

Fotos Balinesas

Para el que no sigue mi Flickr, aquí iré poniendo las fotos del viaje que ya he subido (aunque hay miles que no lo lograron).

Hoy, Bali:


Pausa


En estos días de descanso y futilidad, de vuelta a lo conocido, a la rutina que se adivina desde mucho antes, es cuando estoy empezando a darme cuenta de lo bueno, bonito, intenso e interesante que ha sido el viaje por el sureste asiático, de lo mucho que lo hubiera alargado y de cuanto he aprendido a usar la cámara y de lo mucho que me gusta (a la vez que me he dado cuenta de lo poco que sé usarla aún, de cuanto me queda por aprender, afortunadamente. Ya se sabe, 'sólo sé que no sé nada').

Ya estoy de vuelta en Chile.

El próximo viaje empieza a ser lo importante ahora. 'Paro', no me abandones aún, por favor, me gustaría que fuéramos amigos un rato más. Y las dudas entre Nueva York y Europa están empezando la pelea, tanteándose, conociéndose y mostrando sus cartas. En la colección aún faltan cromos tan importantes como Londres, Amsterdam, Estocolmo, Berlín, Praga o Copenhague bis.

Eso sí, las autopreguntas sobre el próximo viaje no han conseguido detener la aparición de las del futuro laboral. Todavía las mantengo alejadas de las respuestas, pero no sé cuanto más conseguiré contener la inevitable unión. Pero ahora mismo la ignorancia está bien.

Grandes dilemas vitales por responder. Tantas y tan grandes fechas todavía por marcar en el calendario. ¿Aventuras? Mucho hay por hacer aún.

25.8.11

Auckland, Nueva Zelanda


Auckland fue el primer y último destino de Nueva Zelanda. El viaje se tuvo que acortar.
Auckland fue la ciudad más fría de todo el viaje.
Auckland es la ciudad más grande de Nueva Zelanda, aunque no su capital (Wellington).
Auckland es una 'Calle Principal'. Como los pueblos pequeños, aunque tenga poco menos de millón y medio de habitantes.
Auckland tiene 100.000 chinos viviendo entre sus habitantes. Y 'Chinatown' ocupa parte de la calle principal.
Auckland tiene más habitantes polinésicos que ninguna otra ciudad del mundo. Hay más que maoríes. No los diferencio para nada.
Auckland está infestada de maoríes por la noche. En camiseta y pantalón corto a 0ºC. Muchos pobres son maoríes.
Auckland está toda deformada por cerros, colinas, montes, montículos y desniveles varios. Cansa mogollón caminar por ella.
Auckland construyó un Museo Nacional muy interesante. Quizá el mejor de los que he visto nunca.
Auckland construyó su ciudad alrededor del mar, y no vale la pena visitar nada costero de la ciudad, parece que mejor coger un ferry.
Auckland mereció su visita (aunque fuera lo único que se iba a ver). Pero lo bueno de Nueva Zelanda son, desde luego, sus paisajes.
Auckland mereció más atención. Para ver los alrededores.
Auckland volverá a ser visitada. Ni que sea sólo para aterrizar y seguir desde ahí a las partes más bonitas.

21.8.11

Sydney, Australia bis


Volví a Sydney y me gustó un poco más. Y eso que esta vez hacía frío. A lo mejor eso ayudó, ya que había menos gente, menos turistas.

Volvía a la Ópera para verla por dentro y me gustó un poco más. Me explicaron cuanto costó idearla y cuanto construirla y cuando ocurrió todo eso. Por fuera sigue siendo horrible, fea y mastodóntica como patas de elefante de ladrillo barato. Decepcionante.

Sydney sigue siendo obscenamente carísima aún cuando la visitas con calma, así que descubrí que también tienen kebabs excelentes, lo que supongo que ayudó a mejorar la idea de la ciudad, pues me recordó algo bueno de Barcelona. También probé la carne de canguro; tierna y suave. Buena.

Estuve en varias playas de alrededor y envidié algunas casitas frente a ellas.

De todas maneras, Sydney no mejoró lo suficiente como para que el balance final sea demasiado positivo. Mejoró, sí, pero en ningún caso llega a ser un enamoramiento ni lejano como me ha pasado con tantas otras ciudades, pueblos, islas, países enteros o simples playas que he tenido la buena suerte de visitar. A penas hay cariño por ella.

Sydney, esto es un adiós para siempre, a partir de ahora sólo serás una escala para mí.

17.8.11

Gold Coast & Sunshine Coast & Brisbane


El viaje asiático terminó para que el de Australia bis pudiera comenzar. Mal cambio. Tanto por dinero, como por temperatura y sobre todo por idioma (el 'inglés' de asia me es más comprensible que el cerrado y demasiado rápido australiano). La gente sigue siendo simpática y amable, usan muchísimo las palabras 'excuse me', 'thank you' y 'beautiful' y casi siempre con una sonrisa. Me he acomodado un poco más a Australia en esta vuelta, que por otro lado ha sido más larga y calmada.

El cambio de playas no ha sido negativo, sólo diferente y eso es mucho decir. Australia está lleno de playas increíbles, muy limpias, con arena finísima y olas muy correctas. Ah, y añadiendo 'primer mundo' detrás de ellas. Más allá de la arena encuentras asfalto y cemento, pero también barbacoas gratis listas para usar, con sus bancos y sus mesas alrededor, y gimnasios, y baños públicos, y vestuarios, y limpísimo como para una postal con césped y todo. Un mundo que gira alrededor del mar y del surfista.

Por poner sólo un problema a las playas australianas: son todas iguales. Muy bonitas, pero estándar. Peñón tras peñon sigues encontrando más o menos lo mismo, cambiando longitudes y un poco las anchuras, eso sería todo.

Como decía, hay mucha vida cerca de las playas, porque TODOS en Australia surfean. Hemos visto desde viejos con barrigas increíbles, hasta niñas de 12 años, todos con la tabla y, por esta época, con sus neoprenos. Parece que he descubierto el porqué de que los australianos sean malos para casi todos los deportes populares en el resto del mundo: no tienen tiempo para más, el surf les acapara los esfuerzos.

La ciudad de Surfers Paradise, en Gold Coast, me recordó a la idea que tengo de Miami, en cuanto a arquitectura, claro. Porque los latinos no llegan en masa hasta aquí. Las discotecas tienen bargirls en ropa interior, pero es burrida y demasiado alta para lo ancha que podría ser. Edificios feos y exagerados. Casi pueden saltar al mar desde su piso 23 al otro lado del paseo marítimo.

Después visitamos Baron Bay, un increíble pueblo/ciudad hippie costero. Bonito, pequeño y muy amable. Las mejores rubias que he visto desde Copenhague; compitiendo de tu a tu contra un recuerdo quizá algo idealizado. No está mal. Hippies de todas las edades, colores y longitudes de pelo viviendo juntos y quien sabe como de revueltos en paz y armonía, todos con caras amables y sonrisas fáciles. Me gustan los hippies parece, especialmente si son rubias. Baron Bay, espero que no sea la última vez que nos vemos, por falta de interés no será. Buenos bares, buenos restaurantes, buena gente.

Pequeño paréntesis de media tarde: Nimbin pasó como un suspiro, pareció una tos. Prometía ser el pueblo más hippie y abierto y no pasó de ser una simple calle perdida entre montañas de no más de 200 metros en la que un grupo de gente jugaba a que las drogas no son ilegales. Pero vimos más gente bizca y de andar torcido que gente que pareciera feliz. Toda persona con la que nos cruzamos nos ofreció marihuana como mínimo, pero no siempre entre sonrisas. Alguien nos dijo que Nimbin aceptaba a todo el mundo, pero a mí me parece que en realidad los que viven ahí es porque no les dejarían vivir en otra parte.

Después Sunshine Coast bajó el nivel. Más playas y peñones, pero pueblo minúsculo y aburrido. Pérdida de tiempo que debió dedicarse a Baron Bay. Tiene un parque nacional al que te hacen ir con falsas promesas de koalas y canguros en libertad. Si los hay, son los mejores en el arte del camuflaje. Buenas vistas costeras, pero casi 3 horas perdidas buscando animales imaginarios. En Baron Bay los animales que buscas con interés se te aparecen sin tener que llegar a girar la esquina, así que otro punto más para viajar a Baron Bay.

Para acabar el viaje por Sunshine Coast hubo visita al zoo. Cocodrilos, wombats y diablos de tasmania coparon el interés. Y koalas y canguros de muy cerca, sedados, para poder ser cebados y superretratados por los niños turistas.

Y antes de volar hasta Sydney: una noche en Brisbane. Ciudad no tan pequeña que me pareció una mezcla más o menos interesante entre Europa y EEUU. Me recordó a Melbourne, quizá por como las dos viven alrededor de un río limpio. Fue sólo una noche, pero tuvimos la suerte de acabar en el Irish Pub correcto, justo el que me recordó porqué no me gusta 'la copia lejana estadounidense' o 'la gran isla del pueblo americano': hemos visto más tetas en una noche en un solo pub que en semana y media de muchísimas playas. No es que 'la espera' no valiera la pena, porque la valió, pero la cabeza retrógrada y puritanoide me sigue decepcionando demasiado. Creo que aquí la mente es algo más abierta de lo que parece en el gran monstruo americano, pero sigue siendo un cambio demasiado importante para mí, sobre todo por lo estúpido y ridículo. También por que no sólo no saben esconderlo si no que lo legislan. En fin.

Aparentemente son felices, se nota en su amabilidad, sus sonrisas y sus sueldos, pero siguen pareciéndome puritanos y moralistas a la americana, lo que me impide tenerlos como una alternativa seria para vivir entre ellos. Excepto en Baron Bay, esa es mi excepción. El único lugar en que permitiría que estos americanos wannabe me cambiaran (un poco) y me convirtieran en un 'nuevo rico'.

9.8.11

Phuket o la última decepción


Phuket iba a ser el útimo paraíso del viaje tailandés que iba a poder disfrutar en demasiado tiempo, así que tenía bastantes esperanzas puestas en él. Pero resultó ser una pequeña decepción. Creo que llegar directo de Ko Phi Phi no ayudó demasiado y las playas me parecieron demasiado vulgares y extraabarrotadísimas.

Así que tenemos: playas vulgares y carreteras perfectas, gente local con iPhones, restaurantes caros y demasiados turistas. Mala idea, eso no es lo que esperas ver cuando vas a Tailandia. Al menos no yo. Es la zona de Tailandia más rica, gracias al turismo al que se venera, obvio. Pero eso resulta en pueblos feos, muy poco interesantes, y gente nada exótica. Todo muy preparado para el turista, con la mayor cantidad de prostitutas que he visto en todo el viaje por Indochina.

Lo mejor de Phuket fue un tour que se nos ocurrió hacer, con visita a Budas en cuevas, monos graciosos que se dejan retratar fácilmente, islotes preciosos de paredes verticales en los que algún James Bond ha sido filmado y pueblo flotante musulmán en piscina natural de tamaño gigantesco. Bonito, divertido e interesante (y bastante barato).

Phuket, siento que la ruta marcara que fueras detrás de Ko Phi Phi, pero no eres tan bonita. O quizás hubiera sido lo mismo, quién sabe.

Desde Phuket, vuelo a Kuala Lumpur. Creo que he estado 4 veces en ese aeropuerto. Y varias horas después, vuelta a Australia. Ésta vez a la Gold Coast, un poco al norte de Sydney. 'Un poco' relativo claro, 'un poco' para ser Australia.

Phuket: no volverás a engañarme, seguramente.

Ko Phi Phi, EL PARAÍSO


Ko Phi Phi es el paraíso. EL PARAÍSO. A no ser que odies las playas perfectas, querrás vivir ahí cuando tengas la suerte de visitarlo.

En Ko Phi Phi hay zonas demasiado turísticas, como el centro del pueblo, abarrotado de justo los turistas q no me gustan tanto, léase: menores de 25 comportándose como los de 18 que acaban de descubrir el alcohol y la música ruidosa. Por otro lado, el nivel mujeril subió considerablemente y eso fue algo así como un pequeño alivio ocular.

Es fácil encontrar hotel u hostal en el pueblo, donde llegar a la cama después de la fiesta es sencillo, o se puede uno ir a dormir un poco más allá, caminando a través de alguna playa, a algunos resorts de lujo o bungalows más accesibles, todos con vistas increíbles y jungla en el patio trasero, lejos de la fiesta y los vasos baratos.

Si ya te decides a coger un tour y dejarte dar una vuelta a playas más lejanas, encontrarás el éxtasis playil: playa perfecta no abarrotada.

Hay playas de todos los colores y con todo tipo de pavimento, predominando azules imposibles y arena de la más fina calidad. Donde se puede desde dormir hasta snorkelear un poco, pasando por tomarse el jugo más exquisito y comer manjares tanto locales como occidentales. Por supuesto, puedes escoger playas con olas o playas donde puedes remojarte los tobillos durante cientos de metros. Hay una playa para cada gusto.

Ko Phi Phi es bastante barato tanto para dormir como para comer, aunque a veces hay que buscar un poco más. La fiesta es abundante en cuanto a locales, playas y gente.

Cerca de Ko Phi Phi, a un tour corto de distancia, puedes ver la playa de la película 'La Playa' de Leonardo di Caprio, que es espectacular. Y eso que nos tocó con no tan buena temperatura ni tanto sol. El único problema es que nunca debe estar ni semivacía. Pero es un mal menor ante tanta apabuyante naturaleza perfecta.

Estuvimos varios días ahí, una semana y un día, con bastantes problemas atmosféricos, pero aún así, Ko Phi Phi se ganó el segundo puesto en la lista de paraísos playeros, sólo superado por Bocas del Toro en Panamá, y sobrepasando a la parte caribeña de Costa Rica: Puerto Viejo, que aunque la recuerdo perfecta, no es Ko Phi Phi.

Ko Phi Phi: me encantará que volvamos a vernos.

24.7.11

La verticalidad de las motos no es opcional


Atención: Esto es un escrito de (semi)ficción. Contiene poca o nula información interesante, para variar, y puede hacer perder mucho el tiempo al lector, que, por otro lado, ya está avisado.

Les habían avisado de que tendrían problemas al devolver las motos alquiladas, que el negocio no era tanto el alquiler mismo, como la multa injusta al devolverla que podía ser de cientos de dólares. Que te tenían 'cogido por las pelotas' por que dejabas el pasaporte como seguro, que no aceptaban dinero como fianza. Así, no podías acabar no entendiéndote con ellos, porque entonces no podrías dejar el país.

Y fue por eso que se fiaron de la guapa chica española que se encontraron por casualidad al lado de su hotel, en un local que vendía tours de buceo. Era una chica semirubia, de ojos intensos y piel suave por la gracia del mar y morena por la del sol, a la que le habían escuchado el final de una llamada telefónica en su idioma materno, el castellano de España. En cuanto se apagó la pantalla del aparato que la aislaba, la abordaron en busca de ayuda, a lo que accedió con inmensa empatía.

- Hola, necesitamos un par de motos, ¿Te parece que estos de aquí son de fiar? ¿Que podemos alquilarles las motos tranquilamente?

- La verdad -dijo ella con gesto de disculpa- es que yo a estos no los conozco y, no sé si sabéis, el negocio no es alquilarlas -lo que les confirmó sus sospechas a la vez que los hizo confiar en ella.

- ¿Y tení algún amigo que arriende motos? -este último no era español, claro. Era chileno y de ahí su acento y sus palabras raras.

- Bueno, la verdad es que conozco a unos que viven en Chalok, un poco más allá, y es a donde envío a todos mis amigos y la verdad es que nunca ha habido ningún problema. Son buena gente -dijo ella.

Tenían un mapa, por lo que la buena chica pudo señalar para que ellos entendieran. Apuntaron mentalmente los datos y ella prometió llamar a su amigo para anunciar la llegada de 4 españoles. '2 españoles y 2 chilenos', corrigió rápidamente un español, con miedo a que lo mezclara con 'los otros'. Siguieron con intercambio de cortesías y así descubrieron que la guapa chica llevaba viviendo en la isla un año ya y que trabajaba de freelance dando clases de submarinismo, que se había comprado una moto por la ridiculez de los alquileres y parecía bastante contenta con su vida. Todos menos uno la envidiaron mucho.

- Muchas gracias por el dato -sonrisa agradecida-. Por cierto, yo me llamo Pedro.

- Encantada, yo me llamo Irene.

- Yo Juan.

- Carlos.

- Y Torres.

Presentados todos, pues, procedieron a despedirse con algún 'suerte' y algún 'hasta luego'. Irene había calado. Pero ella los olvidó tan rápido que en cuanto dejó de verlos a mitad de la primera curva, ya no recordaba ningún nombre; sólo recordaba que eran españoles y que tenía que llamar a su amigo Joke para avisarle de que iba a llegarle clientela.

Los chicos se fueron a desayunar. O a comer, según se viera. Estaban encantados en Koh Tao. Es cierto que sólo llevaban unas horas en la isla, pero les parecía que aquí se lo podrían pasar muy bien. Habían tenido la suerte de encontrar un buen hotel bastante barato y no tan alejado del centro, sólo había que caminar entre 5 y 10 minutos. Los dueños del hotel les habían tratado demasiado bien y por eso sonreían sin pausa; habían tenido un muy buen aterrizaje.

Después de saciarse, unos más que otros, decidieron emprender la búsqueda de un tuk-tuk barato que les llevara hasta Chalok, la reunión de casitas y negocios en el otro final de la carretera principal, y la única, de la isla. El primer taxista, sentado a la sombra en silla-tumbona, les ofreció llevarles por 100 bahts por persona, 3,3 dólares al cambio, aunque fueran 10 minutos de trabajo y explicó la inexistencia del tuk-tuk en la isla; sólo coches tipo pick-up. Cuando ellos le dijeron que era muy caro, no pudo más que sonreir ante la larga búsqueda que les iba a tocar sufrir a los tacaños turistas. Caminaron al sol hiriente durante no menos de 15 minutos, en busca del taxi de precio correcto. Tiempo perdido, que sólo sirvió para sudar y calentarse en más de un sentido. Los taxis estaban todos de acuerdo y no les quedó más que aceptar el precio único, no sin antes exponerse todas y cada una de las posibilidades detalladamente. Lo que calentó aún más a Pedro, que ya hubiera pagado el segundo ofrecimiento y por tanto llevaba 15 minutos de más bajo el sol abrasador.

400 bahts más pobres llegaron por fin al local de Joke, "uno rojo con ordenadores para conectarse que está delante de Fishy's Burguer", tal y como había apuntado Irene. El orondo Joke les recibió alegre, imaginando que eran los amigos de su amiga:

- You are the spanish? -con el típico acento complicado local.

- Two spanish and two chilean -apuntó Pedro sonriendo.

Sonrieron mucho todos, gracias a la exageradamente cálida bienvenida del gordito local sobrado de sonrisas y palmaditas en el hombro. Hablaron de lo simpática que era Irene y de las playas encantadoras que íban a encontrarse.

Entonces ellos se relajaron, pues no parecía el típico que gustara de timar a los extranjeros. Pero pronto, las sonrisas de nuestros cuatro amigos fueron desapareciendo en un fade-out angustioso. Las motos que les ofrecían estaban impecables y eso significaba problemas, pues a motos impecables, nuevas rayadas saltan a la vista. Y ellos tenían miedo de las consecuencias.

Y la cosa empeoró, pues Joke sacó el papel del seguro, que no tenía nada que ver con el papel del seguro tradicional: era uno en el que se tenían que señalar los arañazos actuales de las motocicletas, para su comparación a la vuelta. Era el seguro para el propietario. Pero no había nada que señalar, pues las motos, como decía, estaban impecables y relucientes.

Nerviosos, intentaron encontrar cualquier arañazo sin ningún tipo de suerte, pero decidieron continuar con el alquiler, recordando las palabras de la simpática española. Pedro tuvo que dejar su pasaporte, pero consiguió dominar sus nervios (o eso le pareció a él).

Se fueron de ahí sin la libertad que te debe dar la moto cuando la moto es la única manera de moverte por el paraíso. La posibilidad de caerse no era nada remota y el precio a pagar por la torpeza podría ser demasiado alto. Pocos metros más allá, se dieron cuenta que ni siquiera habían preguntado el precio, por confiados primero, por nerviosos al final.

Y, tras carretera mal asfaltada y sinuosa y caminitos con demasiados baches, llegaron a su primer destino. Playa espectacular, por colores y por entorno. Azul clarísimo, arena de color nieve, vegetación casi caribeña. Y todos sonrieron: aparcaron las motos intactas.

Eran las 3 de la tarde ya, pasadas, y el sol empezaba a ser menos histérico. Lo que no impidió un snorkel bastante interesante, a pesar de la falta de pilas de la única cámara acuática que llevaban entre los cuatro. Después de una buena nadada, descansaron a pierna suelta y decidieron silenciosamente alargar la primera visita a costa de la segunda. Aunque después descubrieron que la segunda playa era todavía más espectacular que la primera. Después de varios 'oh's' y 'ah's' y algunas fotos más, se bañaron por última vez aquél día en las bañeras naturales inmensas del sur tailandés.

Cuando llegaron de vuelta al hotel, ya casi anocheciendo, volvieron a sonreír gracias a la verticalidad intacta de los transportes.

Se ducharon y salieron a cenar y a beber. Disfrutaron del espectáculo típico de malabaristas con fuego en la playa y todos coincidieron en que era mejor que el que ya les había impresionado en Koh Phan-gan. Todos se divirtieron, pero no todos se acuerdan de lo que hicieron esa noche, por lo que al despertar al día siguiente, compartieron preguntas y risas. No tanto las resacas ni los regustos a vómito.

Ese día consiguieron despertarse antes que el anterior, por lo que podrían alargar las horas de playa y los nervios sobre las motos.

Más playa espectacular. Cada playa iba mejorando la anterior y no dejaban de sorprenderse y señalar. Motos: sin sorpresas, seguían provocando sonrisas cómplices y confiadas. Comieron en uno de los extremos de la primera playa, donde había un restaurante no tan pequeño, subido a las rocas, que regalaba vistas más espectaculares gracias a la panorámica que permitía. Snorkel, arena y pierna suelta. Y fotos, obvio.

Fundido a negro. Aparece la carretera. Ya en el párquing de la siguiente playa, las sonrisas volvieron:

- Esta es la última vez que aparcamos la moto -apuntó Juan con su marcado acento catalán y sonrisa incontenible.

- No seái pájaro de mal agüero... -dijo Torres semiserio.

- Imaginaos que después volvemos al párquing y nos encontramos que éste de al lado -señalando otra scooter aparcada muy cerca de una de las suyas- ya no está y que al salir ha tirado la nuestra a tierra.

- ¡No seáis pájaro de mal agüero weon! -repitió presuroso el ya no tan sonriente Torres.

- No seas burru... -Juan, obvio.- ¡No pasará nada!

- Cuando alguien predise el futuro detta manera eh imposible que asierte weon -dijo Carlos con buen talante y ganas de tranquilizar a Torres-, no te preocupíh.

Torres se calmó un poco. Al fin y al cabo hubiera sido demasiada casualidad. Por eso, y por que además tocó corteza de árbol.

Y la escalada de espectacularidad que no desfallecía. Y más fotos. Y más arena y rocas. Y más azules y blancos. Y más azules nuevos. Y más tranquilidad. Y más comentarios retándose a ir a vivir ahí. Y más sonrisas y risas tontas. Y más colores espectaculares. Y más biquinis dignos de mención. Y más fotos.

En el párquing de vuelta es donde perdieron las ganas de vivir en lo que ya no les parecía el paraíso. Ahí mismo se desenamoraron de todo. Culparon a Juan por ser pájaro de mal agüero, despreciándolo no tan en silencio como deberían. A Juan se le rompió algo más que el presupuesto, a los demás, las ganas de alargar el viaje.

21.7.11

Antropología barata


En Tailandia me ha sorprendido la cantidad de gente que viaja sola. Hay muchísima. Siempre están desayunando pronto, comiendo con el pc cerca o con la cara semitristona. Sobre todo me fijé en eso en Bangkok, pero también pasa en las playas del sur. Nunca los verás solos de fiesta por la noche... El porqué, no lo sé.

Eso es algo que no he visto durante el viaje ni en Vietnam ni en Laos ni en Bali (estuve demasiado poco en Camboya). Al menos no de manera evidente.

Como digo siempre, la gente es muy amable. Después de los vietnamitas, los tailandeses son la gente más amable que conozco. Pero en Koh Tao nos hemos encontrado con gente algo más incómoda; intentan aprovecharse más del turista, y 'aprovecharse' es en el sentido más peyorativo de todos. Hay que ir con muchísimo cuidado para alquilar motos, indispensables en la isla, porque a la mínima rayadita en alguno de los plásticos te lo cobran a precio de oro: 200 dólares por el guardabarros, por ejemplo. Si pueden intentarán sacarte 1.000, y sin querer, joderte el viaje. Y si tienen muy mala uva, la rayadita es inventada. Además, la isla está muy mal asfaltada, sobre todo por lo poco y también por lo irregular, con muchos caminos de tierra hasta las playas, con pendientes de más del 30%, por lo que la conducción no es lo más segura posible.

Y en los restaurantes tampoco parece que te consideren ese 'amigo por conocer'. Más bien eres 'ese otro idiota, a ver qué querrá éste'.

Los taxistas son extracarísimos. No hay tuk-tuk's y se aprovechan demasiado. Por 5 minutos de trabajo piden 3 dólares tan tranquilamente. 3 dólares por persona, por supuesto, con un mínimo de 3. Si puedes viajar y estar de vacaciones a la vez, creen que eres rico. Y aunque sea la verdad, no deja de ser feo e incómodo.

Aquí, el snorkeling es lo mínimo (el buceo: lo más), y te venden el equipo sabiendo que no vale para nada, sabiendo que estás tirando el dinero y que en 10 minutos ya se te habrá roto la gomita que todo lo sujeta.

Lo que me parece a mí es que la gente se vuelva más idiota cuanto más contacto tiene con los turistas. Ese es el gran regalo que occidente le hace a oriente. Y sobre todo cuando los turistas son backpackers, la clase más baja de los turistas, que en Indochina no es más que un sinónimo de niñato mimado borracho con aires de superioridad sobre el pobre local y que tiene muchos problemas para esconder su idiotez que consigue acentuar con la ingesta de alcohol.

Me pareció que los backpackers se comportaban un poco diferente al viajar por el Caribe. ¿Podría ser que la marihuana fuera mejor droga que el alcohol o las pastillitas de sabores intensos? Apuesto que mucho mejor. Y así veo las diferencias más importantes entre los turistas: unos son tranquis y alegres, los otros menos tranquis y más agresivos. Dentro de lo que cabe, claro, las variaciones no son altas, pero así las he memorizado.

En fin, la cuestión es que a lo mejor estoy un poco cansado del tipo de fiesta asiática. O mejor dicho: de la fiesta que los asiáticos montan para los turistas. En el Caribe las fiestas son con Bob Marley o Jack Johnson y en Asia es electrónica idiótica y el inmortal Papanamericano, remix basura que llevo sufriendo los 3 veranos que he pasado en los últimos 12 meses (aquí: guiño sobreactuado que intenta recordar al amado lector que debe sentir envidia). Exceso de alcohol en Asia contra exceso de más bien nada en el Caribe. A lo mejor la diferencia de precios tiene que ver; Asia es bastante más barata que Costa Rica o Panamá y por tanto los turistas también.

18.7.11

Voilà

Pues resulta que en Ko Samui, al meter los pies en el agua por primera vez, lo que venía siendo nuestro baptismo tailandés, tuvimos la suerte de que coincidiera cerca de un catalán bastante especial por lo interesante. Nos oyó hablar en español y nos saludó sin dudar un segundo y con alegría.

A la vista salta que su familia no ha sido catalana 'de toda la vida', pero sólo hace falta que abra la boca para darte cuenta de que él sí lo es y que su madre japonesa poco a podido (des)hacer con su acento catalán.

El chico se llama, creo recordar, Chema. Muy simpático y se prestó a darnos algunos consejos para sobrevivir mejor en la no tan pequeña isla.

Digo que es interesante por cómo vive Él. Según nos contó, después de entrever rápidamente que posiblemente estuviera viviendo nuestro sueño, supongo que con la ayuda de saber que vive el de muchos otros también, tiene un restaurante. En Barcelona. Se llama Voilà y está cerquísima de donde he vivido 20 años, en Aribau con Travessera de Gràcia. He pasado cientos de veces por delante, si no miles. Incluso he entrado alguna vez, aunque no consiga recordar bien cuando, ni con quien, ni como estaba la comida; pregunta última a cargo de su novia, curiosa.

Pero como decía, lo interesante estaba por decir: Vive 6 meses en Barcelona, trabajando en su restaurante, y 6 meses en ¡Tailandia! ¡En Ko Samui! para ser más exactos, donde tiene un piso "no muy grande pero mejor que el que me cuesta 7 veces más en Barcelona". Dijo las cifras exactas, pero no sé si querría que las publicara aunque los lectores seáis de la família :)

Obviamente se le vió el plumero, y no iba a ser perfecto. Para empezar, tiene novia. Y extranjera además. Y para seguir, es del Farça. Dos penas, seguramente sin remiendo.

Pero desde aquí os pido, a los lectores Barceloneses (sí, a vosotros 3), que vayáis a comer o cenar al Voilà. Dadle una oportunidad. Ayudadle a vivir su sueño. Contribuid a que otros vivan el vuestro. Yo desde luego, en cuanto tenga la oportunidad, lo haré. Nuestro sueño vale todas las ayudas posibles. Si la comida es la mitad de interesante que Él, saldrá barata.

'Islas Tailandesas' o 'Quiero vivir en la playa'

Y llegaron los días de sol y playa. De arena y sábanas. De sal y cremas. De moreno y despellejos. Y de internet y alcohol. Bueno, puede que no tanto alcohol, pero era para no dejar solo a 'internet'.

Llegué, por fin, al sur de Tailandia. Al descanso y el fin de las visitas y las caminatas y los templos. El principio del fin de este viaje asiático. Tres veces 'fin' en un mismo párrafo deben querer reforzar una idea más o menos importante.

Días en que la conexión a internet se vuelve principal. Así como la comida. Y las buenas lecturas; como Nick Hornby o Paul Auster. Y Kafka y Senil Dion. Algunos de los cuales casi llegan a mantener el nivel de Scott Fitzgerald y su 'El Gran Gatsby' y Pablo Tusset y 'Lo mejor que le puede pasar a un cruasán'. Porque las playas están muy bien, muchas son paradisíacas, pero son playas. Y sigo sin ver la equivalencia con el Caribe, aunque sí el parecido razonable.  En resumen: hay mucho tiempo que perder.

La Full Moon Party revolotea en el ambiente. Fiesta inmensa que se celebra una vez al mes en la playa en la que me encuentro, en la Isla de Koh Phangan. La 'gente joven' (y la que así se siente) organiza el viaje por el sureste asiático para hacer coincidir sus dias por el sur tailandés con esta fiesta. Todos los hoteles se llenan y te obligan a quedarte mínimo 4 noches para que les salga a cuenta, contando además que suben los precios por las fechas. La gente de islas de alrededor cogen un bote-taxi o un bus-bote para llegar de noche y salir prontísimo en la mañana, cuando la resaca amanece, y poder tener cama sin perderse 'La Fiesta'.

La fiesta en cuestión es muy parecido a lo de siempre: gente borracha y gente sospechosamente eufórica, más o menos reunidos en un lugar, en este caso una playa, con música que hace temblar la arena a causa de decenas de altavoces de un metro de alto, dedicados a bailar, contorsionarse o tener ataques epilépticos, y a hacer el idiota. Creo que me estoy haciendo mayor, que no sé si es peor que estar madurando, pero por lo menos suena parecido.

Como curiosidad antropológica está bien, es curioso. La gente llega a pagar 12$ por alcohol de mierda y lata de algo en un 'bucket', que no es más que el típico cubo para que los niños jueguen con la arena de la playa. Sólo para seguir en el estado torpe de horizontalidad contagiosa.

La gente se pinta de colores raros aunque sepan que no conseguirán llamar la atención así. Medio vestidos, lo que desanima a la imaginación mientras anima otras cosas, consiguen acabar la fiesta con todavía menos ropa.

Me he fijado que hay muchísima gente con los pies (o parte de ellos) bendados. Y la conclusión que saco es que hay muchos idiotas que consiguen romper las botellas contra la arena (los vasos son de plástico baratísimo) y eso supone un buen esfuerzo. Aunque a lo mejor es por el coral de algunas playas cercanas, quién sabe.

Después de la recuperación, el viaje seguirá por Ko Tao y el resto de islas y playas paradisíacas de Tailandia.

10.7.11

¿Que por qué quiero vivir en Bangkok?

Multiculturalísima y multiracialísima. Barata. Partes bastante 'internacionales', partes muy locales; es una ciudad bastante grande. Amabilísima a pesar de eso. Locales alegres, casi todos, aunque tengan que tratar con los maleducados extranjeros a diario.

Muy buena fiesta, por barata y por vasta. También basta.

Muy buena comida y por supuesto variadísima. Como en toda gran ciudad, lo que quieras lo encuentras. Lo que pasa es que aquí, si quieres comida local, la tienes extrabaratísima.

El Budismo es parte muy importante de la ciudad; hay un Buda escondido dentro de cada templo y un templo en cada calle. Hemos visto Budas en todas las posiciones en las que querrías ver a un Buda: sentado, estirado, de pie...

Se puede ver Muay Thai 'de verdad'. El que vimos en Chiang Mai (al norte de Tailandia) nos encantó, nos volvió locos, pero el de Bangkok era 'profesional' de verdad (a pesar de las esnifadas de algún participante entre actos), y se vió correr sangre de verdad. Y patadas durísimas. Y knockouts acojonadores. Y rodillazos que hacían temblar al estadio entero. Gente con más huevos que huesos en la nariz.

Vale la pena ver el templo principal de Bangkok, Templo Real se llama. A mi me encantó. Muy impresionante. Uno de los templos más bonitos que he tenido oportunidad de ver en esta gira. Y templos he visto casi tantos como playas. Más de uno por día seguro.

También nos gustó mucho el 'Weekend Market', el mercado más grande que he visto nunca. Y también he visto varios markets, a uno por ciudad o pueblo. Este es inacabable. Caminamos y caminamos y caminamos y no vimos ni la mitad ni una tercera parte y eso que no nos íbamos parando a menudo. Increíble. Montones de todo.

Valió bastante la pena el Museo de la Casa del Rey. Filigranas en oro impensables, con diamantes incrustados a cientos. Más que arte es artesanía, pero es que en algunas piezas habían trabajado más de 70 artesanos durante más de 2 años. Muy lucido, impresionante. No dejaban hacer fotos, desgraciadamente.

No vale la pena ni ver 'El mercado de flores' ni el Museo Nacional. Ambos decepcionaron inesperadamente. Sólo si hay tiempo debería dedicársele un rato.

Y desde luego decepcionó el 'Ping-Pong Show'. Es un show underground, digamos. Mujeres haciendo malabarismos con la vagina, coño o potorro. Juegos variados. Abren botellas de Coca-Cola, de esas que tienen la chapa metálica. Se sacan cuerdas de varios metros con hojas de afeitar cada 10 centímetros o así; unas 20 o 30 navajas en total. Lanzan una especie de dardos con cerbatanas con 'soplidos' intravaginales. Y, obviamente, lanzan pelotas de ping-pong y las encestan en unos vasos grandes. Pero superada la posible impresión inicial, te das cuenta que todo es cosa de práctica y a juzgar por las caras aburridas de las chicas, práctica tienen bastante. Fue casi más gracioso observar al borracho de delante, que estaba muy borracho.

Decepciona un poco también la cantidad de españoles que hay. Exageradísimo. Decepciona por eso de estar 'en la otra punta del mundo' y no poder insultar en el idioma materno a cualquiera que pase por la calle. Siempre es divertido el poder gritar 'mira a esa que es tan gorda como el elefante de esta mañana' o 'hijadeputa lo fea que es, que susto' o 'al cabrón le corta el pelo un epiléptico'. Pero en Bangkok es arriesgado, así que aunque lo dices igualmente, no gritas tanto.

Por fin encontré libros en español. Vietnam fue una odisea en ese sentido, pero la infinita cantidad de españoles que llegan a Tailandia tenía que tener algo bueno.

Y ahora a la playa. A descansar. Que necesito unas vacaciones :)

8.7.11

Angkor ¿What?

Perdón por el insulto ya en el título, pero es que el tal Angkor Wat ha sido la mayor decepción del viaje.

Donde debía ver el mayor y más imponente templo de Asia, yo ví un montón de ruinas. Piedras rotas, hierbajos por doquier y locales debajo de cada una y detrás de todos ofreciéndote cafés carísimos y aguas benditas, además de postales, libros, telas, budas, mecheros, camisetas...

Angkor Wat es una ciudad dedicada al rezo. O lo que queda de ella, claro, porque tiene 900 años y no tiene muchas remodelaciones que digamos. Porque las capas de barro, mugre y malashierbas supongo que no cuentan.

Sólo hay una parte que me pareció (potencialmente) excepcionalmente bonita; un templo, parte del todo, que está siendo deborado por árboles que crecen por entre las piedras, por encima de ellas, por debajo y junto a. Ta Prohm. Hubiera sido muy bonito si no fuera porque había un chino junto a cada raíz, rama y piedra evitando la foto limpia. Y yo, por evitar meter a cientos de chinos dentro de mi cámara virginal, no disparé ninguna. Hubiera disparado otras cosas, pero temí que los tailandeses tuvieran a los chinos por más iguales que a mí, y que no les gustara tanto la idea. Resultado: ninguna foto de Angkor Wat. Con un par.

Todo esto he esperado a escribirlo cuando estuviera de especial buen humor, que conste.

No estuve en Camboya más que para ver esto. Pero el pueblo en el que me alojé, Siem Reap, sí me gustó bastante, igual que la gente amable y alegre. Además de precios mucho más que muy razonables. Le hubiera dedicado algún día más, pero por exigencias del guión, salimos demasiado rapido del país, dirigiéndonos hacia Bangkok. En el último e inmundo autbús con cruce de frontera incluído.

Y eso es todo mi Camboya. Nunca recomendaría a nadie ir sólo para ver Angkor Wat, como me ha pasado a mí. Pero desde luego que recomendaría intentar ver más cosas del pobre país, como yo no he hecho.

Angkor ¡fuck!

4.7.11

Vietnam II, curiosidades

A parte de las ya mencionadas anteriormente, acentos y campos de arroz variadísimos e infinitos, hay varias curiosidades dignas de mención acerca de Vietnam:

- TODAS las niñas a puntan a supermodelo para cuando tengan la edad. La mitad de las mujeres en edad de merecer son muy guapas, las otras bastante menos. Ninguna de las mujeres que he visto de 40 o más deja de ser totalmente feísima. Las viejas son una patada en los cojones. O dos.

- Los vietnamitas aparentan ser muy felices y demuestran ser muy alegres. Son muy amables.

- Han sobrevivido a varias guerras muy importantes, aún así son casi 90 millones. Para la idea: España tiene 47 millones en una superfície de 500.000 km2. Vietnam 90 en una de 330.000 km2 con quien sabe cuantos de ellos cultivados por arroz. Son buenos haciendo bebés. Y viviendo juntos y revueltos.

- Los estadounidenses salen vivos del país. Y los franceses. Vivos y enteros.

- En la capital hay que ver el Museo de Mujeres. Mujeres de la guerra, claro. Mujeres que 'salieron adelante' a pesar de perder 8 hijos en la guerra. O 4 hijos y 2 nietos. O 2 maridos. O...

- En Saigón hay que ver el Museo de Guerra. La de los USA. Fotos horripilantes. El agente naranja es lo peor que le puede pasar a un país, creo.

- En Vietnam son comunistas, pero no se ve nada de eso en el día a día.

- La capital, Hanói, no se parece en casi nada a la excapital Saigón, ahora conocida como Ho Chi Minh City, en honor al Tío Ho.

- El Tío Ho es como se conoce a Ho Chi Minh, aunque tuvo varios nombres para escapar de las garras capitalistas. Los liberó de colonialistas y los convenció del comunismo. Quiso ser incinerado porque el entierro tradicional le parecía un gasto de tierra para el cultivo y poco higiénico. En lugar de eso se le embalsamó, se le puso en una caja de cristal y se le construyó un edificio entero alrededor, para que los Vietnamitas y los turistas pasaran a verle por miles a diario. Excepto 3 meses al año, que es enviado a Rusia para su 'restauración'. Dato público: por favor, cuando me muera, que me donen a la facultad de medicina donde haya las alumnas más guapas, para tener la despedida más dulce posible: niñas jóvenes y tersas tocándome el cuerpo desnudo por última vez.

- Vietnam es muy barato. Y cuanto más pequeño sea el pueblo, más barato es.

- Les encantan las normas ISO. Y la ponen en los rótulos de bares y demás negocios.

- Son casi todos Budistas.

- Les cuesta bastante hablar inglés, incluso en zonas turísticas. No debería extrañar... aunque no lo odian.

- Aunque es un país bastante pobre, la economía de Vietnam es una de las que más está creciendo en todo el mundo. Su índice de pobreza extrema es de menos de un 2%. Y se nota en la calle, donde se ven muy pocos indigentes.


Creo que de momento eso es todo, pero si me voy acordando de más, iré actualizándolo.


Actualización:
- Pues resulta que me ha dado por leer. Un poco. Vayaustéasaberporqué. O quizá porque me rompieron la pantalla del pc. Entonces he tenido que dedicarme a buscar libros, tarea que parecía más o menos fácil porque siempre hay tiendas con libros de segunda mano. El problema es que me gusta leer en español, soy un sibarita parece, y los españoles no son mucho de leer. He estado en librerías de pueblos pequeños que tenían estanterías enteras con libros en danés, otras en sueco, en holandés y no digamos ya en alemán. Por supuesto, 3/4 partes de la librería eran en inglés. Pero libros en español no había ni uno. Ni uno. Y eso que la gente de esos idiomas raros como el danés y el sueco pueden leer perfectamente en inglés y seguro que lo hacen. Pero los españoles, que no tenemos ni papa de inglés, no vamos por ahí leyendo libros y mucho menos dejándolos en librerías u hostales para cambiarlos por otros. Nones. Así que viva el pdf.

29.6.11

Vietnam

He tenido la inmensa suerte de poder recorrer 'todo' Vietnam de norte a sur. Un viaje muy largo al que por desgracia sólo he podido dedicarle dos semanas, de ahí las comillas del 'todo' anterior. Aunque breve, me ha encantado. Tanto, que estoy seguro que voy a volver a viajar en algún momento del resto de mi vida. Vietnam merece más y mejor atención.

Las dos primeras cosas que te llaman la atención, y mucho, son, primero, los campos de arroz interminables. Horas y horas de autobús atravesando campos de arroz con algunas casitas alrededor. Y después de eso, más horas. Y segundo, la cantidad de acentos que tienen estos chinos tarados. Ejemplo. Arriba y abajo de las vocales, a veces combinados, y siempre cambiando la pronunciación. Locos. Chinos locos.

Hanói, la primera parada, y su barrio antiguo es increíblemente interesante. Su gente, amable desde el primer día. La comida, casi toda exquisita y bastante barata. Hồ Chí Minh, el héroe nacional, me parece un tipo muy interesante, además de inteligente, sabio y culto (estoy leyendo un libro sobre él). Es el que llevó al país a la liberación de los franceses primero, después de los japoneses y por fin de los estadounidenses, aunque en ésta última liberación estuvo más en espíritu que de cuerpo presente. Y el que los convenció del comunismo, aunque poco parece que queda de eso.

Vietnam tiene muchas guerras a sus espaldas, pero también mucho futuro: su economía va subiendo cada año y casi no se ve pobreza extrema. Parece que son unos de los mejores en el arte de procrear, y ya son casi 90 millones de personitas sonrientes.

He recorrido varios pueblitos, pero el que más me llamó la atención fue Hoi An. Pueblo bastante pequeño pero muy, muy bonito. Se dedican sobre todo a hacer y vender ropa, así que puedes encontrar infinidad de tiendas de ropa con diseños tanto occidentales como orientales, pero todo para turistas, claro. Tiene un río que lo cruza y divide un poco, y lo decoran con animales luminosos de papel por fechas especiales. Además tiene una playa enormemente gigantesca que ya querría para si misma cualquier provincia española, con arena fina, olas moderadas y temperatura correcta.

Después de eso nos esperaba una de las consideradas mejores playas asiáticas. En Nah Trang. Muy bonita también y recorre todo el largo de la ciudad. Está llenísima de gente a primera hora de la mañana (como a las 6 y 7) y por la tarde noche, donde se juntan los locales para bañarse y reir. No sé si la de Hoi An tiene tanto que envidiarle por tanto, mucho más calmada en cuanto a gentío.

Después, y por último, Saigón. Ho Chi Minh city para ser más contemporáneos. El principio de la capitalización está aquí. En Hanói, la capital actual, pudimos ver sólo una empresa americana/capitalista de comida rápida: Kentucky Fried Chicken. En Siagón ya hemos visto varias más. Y desde luego tiene pinta de que seguirá creciendo en este sentido. Ambas capitales, la oficial y la antigua, son muy interesantes, con gente muy amable y me han llamado muchísimo la atención. Quizá un poco más Hanói, por menos 'americana', pero mucho de verdad ambas.

En resumen, Vietnam mola. Mola mucho, diría yo. Es el país que más me ha gustado e interesado hasta el momento y me de pena dejarlo con menos de dos semanas de dedicación. Y desde luego, otro destino en el que podría vivir probablemente y al que querré volver seguro. Soy un poco más comunista gracias a ellos y a Hồ Chí Minh.

17.6.11

Laos y lo agridulce más agrio que dulce

La aventura de Laos empezó inmejorablemente bien: Luang Prabang es todo lo que se puede esperar de un pueblo pequeño de Indochina, pero con la sorprendentemente grande población de 100.000 personas.

Es precioso. Acogedor. Barato. Divertido. Y agradabilísimo.

Si pudiera vivir en un pueblo sería en este. Tiene fiesta pero no demasiada. No tiene tanta pobreza, si no sencillez. Tiene turistas pero no desbocados. Tienen turistas instalados con negocios sobre todo en hostelería, por lo que te da de comer casi todo lo que puedas necesitar, incluído el no tan barato vino. Puedes sacar un millón de cualquier cajero y quedarte tan pancho. Tiene chinos locales alegres y aparentemente felices que no intentan robarte ni timarte. Sólo los Tuk-Tuk's son insistentes, ya sea para llevarte de aquí para allá o para venderte opio o marihuana.

Tiene innumerables templos y monasterios y aún más monjes, que salen cada mañana al amanecer a recoger alimentos y donaciones en una especie de ritual ceremonioso bastante serio en la que la gente del pueblo se despierta prontísimo exclusivamente para sentarse en la acera, justo delante de su casa y/o negocio, para hacer la ofrenda a los calvos anaranjados. Los monjes no conceden ni una sonrisa y los locales no la precisan. Los turistas nos llevamos malas fotos.

'Esto no es Ibiza' rezan en el pueblo. Y podrían. Pero todo se apaga y se cierra antes de las 12 de la noche (no se sabe si por ley) en parte para la ceremonia matutina y en parte por la sostenibilidad fiestera. Eso los mantiene como un pueblo interesante, apto para descansar y disfrutar del intenso paisaje y sus gentes.

Luang Prabang me hizo enamorarme de Laos a primera pisada.

Pero después empezó la tortura indochina. Con la, esta vez sí, Ibiza de Laos: Vang Vieng. Riadas y riadas de adolescentes extraviadamente borrachos lejos de los focos parentales, desbocados con la libertad que los precios irrisorios en casi todo pero sobre todo en el alcohol les concede el pueblo organizado en torno a los turistas y sus fiestas. Eso es la peor parte de Ibiza.

Vang Vieng, sin duda, no exisitiría si no fuera por los turistas. Hay varios restaurantes con teles planas y enormes que ponen todo el día 'Friends', 'Padre de familia' y demás comedias para americanos y australianos con un sólo ojo abierto.

La 'gracia' de Vang Vieng es el 'Tubing', estupidez que consiste en ir de bar en bar a las orillas del río Mekong, deslizándose gracias a un flotador pneumático de tamaño XXL. De 10 de la mañana a 6 de la tarde. Así que bebes alcohol antirático matutino, después bebes un poco más y luego te subes al pneumático, que te arrastrará hasta otro bar de alcohol infame y baratísimo con la misma gente borracha que en el anterior, pero un poco más borrosa. Creo que debe llegar a ser divertido, pero sólo si te gustan las chicas bizcas de verticalidad inestable. Demasiados muertos en lo que va de año, y cuando ves lo que es, lo entiendes perfectamente.

Eso sí, las vistas desde el río son increíbles. I II III IV V VI

Vang Vieng, nunca nos volveremos a ver.

Después del pequeño suplicio para mi páncreas, llegó el momento de subirse a un autobús rumbo a Vientianne, capital del país.

Aburrida y poco interesante es todo lo que se me puede ocurrir de la capital. Ni los locales saben qué proponerte para que te distraigas. Ningún atractivo. Nada que hacer.

La gente, aquí, se vuelve menos hospitalaria y menos sonriente. No mienten, pero no saben decir que no saben algo; lo que les provoca decirte cualquier cosa aunque sepan que no es verdad. Y no saben nada. Descubierta la mentira, si se la reprochas, sólo saben reír nerviosamente sin llegar a disculparse, acción que parece olvidada en esta cultura amabiloide.

Laos tiene los tempos más lentos que he visto, superando al caribe por mucho, y el desorden más anárquico en el que me haya perdido nunca. Caos.

Y como guinda del pastel (de coliflor rancia): el peor viaje de mi vida ('viaje' por 'desplazamiento'): 24 horas metido en un autobús para gente diminuta con la gente diminuta más ruidosa, sucia y maleducada que he tenido la desgracia de sufrir. Con las carreteras más bacheadas que he sentido en las nalgas y la espalda desde Colombia. Con la tele más grande que visto dentro de un autobús emitiendo el peor dvd de karaoke's del mundo. Con la más larga e incómoda espera en la frontera para salir del país que me haya tocado, y eso que era por carretera y todo en orden. Y con casi nadie hablando Inglés lo más mínimo.

Vientianne, si te he visto sólo me acordaré por la carpeta de fotos que guardaré sin demasiado cariño en mi disco duro.

Por suerte llegará Vietnam para salvarnos.

11.6.11

Tailandia

Pues resulta que llegamos a Bangkok, dispuestos a estar solo una noche y un día, teniendo en cuenta que íbamos a volver al final de la vuelta a la península Indochina.

Un día en el que vimos algo de los canales de Bangkok y varios templos budistas. Tuvimos algunos intentos de timo y algún timo completado, pero la gente nos pareció exageradamente simpática y alegre; el contraste con Hong Kong’s y Kuala Lumpur’s es notable.

A mi me sobró ese día para saber que quería gastar más tiempo en ese país y eso que aún no había llegado a Chiang Mai, al norte del país, que con solo dos días nos impresionó totalmente y personalmente me dejó prendado.

Pudimos ver templos budistas no tan llenos de gente, templos budistas abarrotadisimos de locales con sus ofrendas y meditaciones (eso fue increíble), nos llevaron de paseo por centros de artesanos de la ciudad, donde hacen desde objetos con todo tipo de cueros hasta corbatas de seda. Por supuesto, todo baratisimo. Estúpidamente barato. Corbatas de seda por 6 dólares. Y ese es el primer precio, no sabemos si el último, aunque seguro que se puede sacar uno mucho menor si compras cientos. Ahí hay un posible buenísimo negocio. A cuanto se vende una corbata de seda en el Corte Inglés?

Y por la noche tuvimos la suerte de que se nos ocurriera asistir a una velada de Muay Thai. Totalmente increíble. Empezó con peso (muy) ligero, siguió con mujeres y después niños. Todo impresionante. Pero el plato final iba a merecer la larga previa: qué paliza le pegó el francés al tailandés. Impresionante lo duro que le pegó. Igualmente impresionante lo duro que aguantó el chulito local ante el armario extranjero. Aguantó un round y medio con la ceja partida y ese no fue el golpe mas duro que se llevó.

De vuelta a la realidad tranquila de la ciudad alegre también pudimos ver un mercado enorme donde se podía despreciar por el olor y la vista todo tipo de comida, desde escarabajos fritos hasta gusanos secos, pasando, por supuesto, por escorpiones. Siempre pensé que teniendo la oportunidad tan cerca, iba a probar con cara de asco esos manjares, pero no tuve estómago. Ni lengua ni boca ni cerebro. Todos los sentidos se concentraban en no dejarme probar la exquisitez local. Y lo consiguieron.

Tuvimos la oportunidad de ver, demasiado rapidamente eso sí, el templo más bonito del mundo. O por lo menos el que pretende serlo. Obra de un artista local, con la ayuda bastante desinteresada de hasta 60 ayudantes. El templo es verdaderamente increíble. The White Temple solo tiene un problema, y es que no esta cerca de ciudad o pueblo turistico, por lo que cuesta un poco acercarse. Pero lo considero, sin duda, el mejor templo, por bonito, increíble e impresionante, que he tenido la oportunidad de ver. Y creo que llevo una media de casi un templo al día desde hace dos meses. No se si es uno al dia o más y desde luego no los recuerdo todos. Pero este no se me olvidará fácilmente.

El resumen para Tailandia, a pesar de lo poco que lo he disfrutado de momento, es que quiero volver. Tailandia merece un viaje para el solo. Tailandia merece un mes o dos.

1.6.11

Hong Kong, la China Capitalista

A los 10 minutos de cruzar la policía del aeropuerto de Hong Kong ya intuía que Hong Kong podría maravillarme. Y eso que la gente no sonríe tanto como en Indonesia.

Antes de bajarme del autobús que me llevaba del aeropuerto a mi hostal, ya había dedicido que iba a querer vivir por ahí al menos durante un tiempo.

Hong Kong es muy especial: ¡Chinos capitalistas!

En cuanto llegas ya ves cosas que te impresionan. Empezando por el enorme aeropuerto. Y cuando digo enorme, me refiero a inabarcable; aparentemente infinito.

Nada más subir al autobús, la forma más barata de llegar a la ciudad, vimos iluminarse decenas de pantallitas a nuestro alrededor, más de una por ocupante. Y hablo de iPods e iPads sobre todo. Pero también Nokias y Blackberry's de última generación. El autobús de aparente bajo presupuesto tenía Wifi incorporado.

De camino veríamos aparecer las colmenas infinitas. Matrix está inspirado en Hong Kong. A los hombres no se los cultiva pero sí se les aparca.

Después de las primeras colmenas llegan las de verdad. Edificios de 50 plantas con 20 departamentos por cada una. ¿100 familias cuantos chinos son? Yo lo he visto con mis propios ojos Neo, pero aún así no me lo creo.

Y más tarde se hizo la luz. Cuando ya entras en la ciudad quedas cegado por el neón y el led. La electricidad debe de ser gratis. Aquí, el negocio que no tiene pantalla o neón epiléptico es el que destaca. Pero no deben saberlo porque no hay ni uno de esos. Creo que las calles no tienen farolas. Y no les hacen falta.

Cuando a la mañana siguiente me recuperé de tanta lágrima emocionada, decidimos salir a la calle; la impresión cegadora mutó a la vertiginosa. Podías mirar hacia arriba sin quedar ciego, pero no desnucado: las colmenas imposibles desde la carretera eran aún más impresionantes desde la base. Te sientes minúsculo. Tu pequeñez te abruma.

A partir de ahí, los días se convirtieron en una sucesión de 'oh's y 'ah's, provocadas siempre por dimensiones imposibles, funcionamientos impensables, personas incomprensibles y textos jeroglíficos.

Hong Kong es el cénit de la humanidad. Y por eso va a la 'Lista de sitios en los que ya he decidido que quiero vivir un rato' (aquí a la izquierda).

No es barato: hay que buscar muy bien para comer gangas. Y no tener la vista sensible, porque la comida no siempre entra a primera vista. Pero sí a primer gusto, al menos para mí. Y hay que estar muy abierto a comer sopa de noodles con lo que sea.

Y vimos Budas gigantescos. Y templos budistas. Y templos chinos (cuya religión es adorar al incienso). Y centros comerciales maratonianos. Y después algunos todavía más grandes. Y luego cruzamos muchos más, porque salían hasta del metro. Y un Starbucks en cada uno además de en cada esquina. Y casi tantos McDonalds. Cientos de coches de lujo. Y un IKEA. Y muchas camisetas del Manchester United. Y un bar-restaurante-tienda del mismo. Y muchísima pulcritud a pesar de la cantidad ingente de chinos y de personas. Y tiendas y restaurantes en segundos y terceros pisos con acceso desde la calle. Y espectáculo de luces diario que implica a unos 15 rascacielos y un museo que se iluminan al son de la música visto desde el paseo marítimo con el mar por medio.

Está claro desde el primer momento que el capitalismo y por tanto el consumismo son la principal religión.

Y los chinos no sonríen. Y no saben vender, porque tienen mala leche hasta cuando estás interesado.

Si los chinos capitalistas me parecen raros, no quiero saber lo que me parecerán los comunistas.

Pero eso ya lo dejo para otro lustro que me asusto.

24.5.11

Singapur (ailofiu)

El viaje a Singapur ha roto completamente mis expectativas. Lo que esperaba de Kuala Lumpur, que era demasiado, lo sobrepasó por mucho Singapur.

Singapur me quitó cualquier intento futuro de querer conocer mejor Kuala Lumpur.

Singapur es primerísimo mundo; lujo desmedido incluso, aunque sin llegar a asfixiar. Limpieza extrema. Edificios increíbles e interminables. La arquitectura es del mejor nivel, con una concentración de 'edificios de foto' que no he visto nunca. Plazas asombrosas. Hoteles gigantes con centros comerciales dentro. Centros comerciales cada demasiado poco. Calles de varias manzanas de tiendas de lujo consecutivas. Casas tipo 'embajada' muy cerca del centro de la ciudad. Poquísimo tráfico todo el día, las horas pico son de risa. Un montón de coches de lujo circulando por doquier. Chinatown es muy bonita y Little India no se queda atrás. La bahía/río es increíble de día y muchísimo más de noche.

Viajar a Singapur es un poco caro si gustas de tomar cosas 'con buenas vistas'; pero también es muy accesible si no. No es que me guste el lujo más que lo lógico, pero hay viajes para todo y si en algún momento hay ganas de viaje tranquilo con presupuesto laxo, viajar a Singapur es una de las mejores opciones.

Me encantaría vivir algún día en Singapur, la verdad. Otro país y ciudad más a la lista. Imagino que los sueldos por aquí son estratosféricos. Creo que esto es exactamente lo que Kuala Lumpur intenta ser, su espejo.

Es tan limpia y lujosa que parece un decorado de cine. Si viera una película rodada aquí, pensaría que es una hollywodiense tonta demasiado arreglada.

Según dicen en el Bus Turístico, Singapur es el primer exportador de coches de segunda mano a Japón porque este es uno de los países (o ciudades) más caros para mantener un coche: hay unos impuestos muy altos por contaminación, y como coches más nuevos ensucian menos, los coches viejos son demasiado caros.

Pero a cambio potencian bastante el transporte público. No así las bicicletas, que se ven muy pocas a pesar de que toda la ciudad es bastante plana.

Muchos chinos. Pero el único problema de estos es que por alguna razón que no explican, odian las fotos. ¡Los chinos! ¡El mayor fabricador de cámaras del mundo odia que le hagan fotos! Tuve varias malas caras por ello. No entendimos...

Pudimos entrar a un templo Hindú sin ningún problema en horas que se suponía cerrado al 'público', entre sonrisas y rezos, en pantalón corto y mangas sudadas. Y hacer todas las fotos que quisimos. Y aún menos problemas y ropa para entrar a uno Budista, aunque éste parecía más un museo, demasiado arreglado. Pero figuras y luces increíbles: más fotos. (¡Pssst! ¡Otra pista! *)

Nos quedamos muy cortos en la previsión del viaje a Singapur. Yo le habría puesto tranquilamente dos días más (el doble).

Y se los pondré.

* Para entender esto hace falta leer el post anterior.

Kuala Lumpur

Me gustó el viaje a Kuala Lumpur, aunque creo que me costaría un poco aceptar el vivir allí. Pero aceptaría. Seguramente por el sueldo estratosférico que podrían ofrecerme. Pero la ciudad no es tan moderna como me esperaba, ni tan interesante: las Petronas me decepcionaron un poco y no hay tantos 'edificios modernos' fuera de la pequeña zona de oficinas. Y la gente no es tan amable; fue increíble ver como las sonrisas balinesas desaparecieron al bajar del avión (luego doy pistas del porqué).

De todas maneras, la ciudad me gustó (aunque no me entusiasmó tanto como esperaba).

La ciudad no tiene tantas 'atracciones turísticas' como para merecer dedicarle más de 3 días de viaje, creo. Nosotros con dos ya hicimos casi todo lo imprescindible. No subimos a las Petronas por caro y porque subimos a 'la otra torre', la de comunicaciones de la ciudad, para así poder ver las Petronas de noche, que están cerca. Valió la pena porque no era tan caro y porque parece que a las Petronas no es tan fácil subir pues hay que hacer una muy buena cola muy pronto por la mañana y dejan subir a muy poca gente, parece que enseguida se acaban las entradas diarias. Además, el mirador de esta torre está bastante por encima.

La ciudad en sí no está mal, tiene mucha mezcla de culturas, aunque predomina la islámica bastante claramente. Es el país con más musulmanes del mundo (¡PSSST! ¡Pista!). Nos dejaron entrar en una mezquita (o a la mitad de ella), eso sí, vestidos como idiotas y descalzos, en horas de no rezos. Para el que sabe, eso son 4 horas al día, máximo. Y puedo confirmar que los musulmanes también tienen mala leche al otro lado del mundo, sobre todo cuando se habla de religión o te acercas a una mezquita. Tuvimos algún acercamiento semi-amigable, pero por lo menos un par no tan agradables y uno hasta tenso en las únicas dos mezquitas a las que decidimos asomar las piernas destapadas.

Vimos el parque de pájaros más grande del mundo y no era para tanto. Todo el mundo prometió que los parques principales (están juntos) de la ciudad eran increíbles pero estaban un poco descuidados y sobre todo muy desérticos incluso en fin de semana. Nos prometieron centros comerciales enteros dedicados exclusivamente a la electrónica en los que podías encontrar cosas baratísimas y era tan poco barato que entre tres lo único que nos compramos fue un objetivo (mi nuevo amor) para mi cámara. Me hice amigo del vendedor y me prometió que si me hacían buen precio en cualquier cosa es que me estaban vendiendo algo de segunda mano. Por supuesto el mío no tenía tan buen precio, pero gracias al cambio del euro sí me salía mejor.

Nos alojamos en Chinatown y me hubiera gustado recorrerlo más; fue muy interesante. Nos faltó ver Little India no sólo desde el bus turístico. Nos faltó el museo Islámico más grande del mundo. Y nos faltaron algunas plazas más o menos principales cuyos nombres no consigo recordar.

También vimos las Batu Caves. Unas cuevas enormes en altura a las que accedes después de 10.000 peldaños y de admirar una estatua enooorme de alguna deidad hindú. Dentro hay un templo al que no pudimos entrar. Pero vimos pájaros, murciélagos, monos ladrones y algunos turistas.

Estuvimos en la típica calle de fiesta nocturna. Totalmente 'occidental' y bastante cara, donde encontramos 3 bares/restaurantes españoles. Por lo menos uno de ellos recuerdo que salió en 'Españoles por el mundo', el de un leridano emigrado hace unos 10 años. Muy simpático por cierto. Y aunque era catalán, nos invitó a unos chupitos.

Pero el plato fuerte de la noche fue cuando el nuevo amigo español, el dueño del bar, me introdujo a algunos paisanos para animar la conversación y en una de estas... ¡me presentó a mi propio primo segundo! ¡Por casualidad me encontré a un primo de primos de viaje por trabajo en Kuala Lumpur! Increíble. Desde luego, el mundo es un turbante. Aleix me contó un montón de cosas interesantes sobre los malayos, entre ellas que es muy difícil hacerse amigo de ellos y que por eso acudía a ese bar español, para poder ser tratado como a uno más y no como a un jefe al que hay que temer, sobrerespetar y mantener alejado. Me contó eso y que estaba ganando una pasta gansa, pero que su mujer le hacía volver a su país en breve. Calzones.

Moralejas: viajar a Kuala Lumpur mola, pero no si esperas demasiado. Kuala Lumpur sorprende por lo poco oriental que parece, a pesar de su orientalidad geográfica y su extrema religión. Kuala Lumpur, por lo menos, mola los tres primeros días; después no lo tengo claro. Todas las escaleras de la ciudad tienen los peldaños para pies del 28. Nunca te cases.

19.5.11

¡No tan limpio!




18.5.11

Limpio

16.5.11

Descanso en las Gili Islands

Las Gili Islands son unas islas pequeñas al noreste de Bali que todo el mundo promete paradisiacas. Y lo son, cumplen completamente.

Están como a 4 horas de Kuta, entre coches y ferrys. Forman parte de la misma provincia que Lombok, la isla grande que tienen más cerca, y por tanto de otra diferente que Bali. Se llaman Gili Trawangan, Gili Meno y Gili Air, nombradas de mayor a menor.

Gili significa 'Isla pequeña' en Sasak, el idioma propio de los indígenas de Lombok, que se parece al Balinés pero no lo es. El hecho de que se llamen pues 'Gili Islands' es un epíteto debido a occidentalismos idiotas, supongo. Y eso parece que provoca alguna confusión, pues varias de las islas alrededor de Lombok tienen 'Gili' en el nombre. De todas maneras, cuando preguntas aquí en Bali por un viajecito a las 'Gili Islands' todo vendedor sabe a dónde quieres ir y también lo que vas a buscar.

Y si no vas a buscar mucho sol y humedad, descanso, snorkeling, submarinismo y marihuana, te estás equivocando de paraíso. Porque en las Gili Islands no hay mucho más que hacer. Hay tanta calma que no se puede ni hacer surf. Hay tanta calma que si te sales de la calle principal, te crees perdido en una isla aún más recóndita del siglo XIX. Hay tanta calma que se puede fumar marihuana bastante fácil; los locales prometen que la policía no hace nada al respecto, a pesar de lo duros que se ponen en Bali.

Pero ésto es el paraíso, uno de los de verdad, así que ¿porqué la policía iba a decir nada con drogas amoralmente ilegales?

Hicimos snorkel (buceo para los que hablen mi idioma) y fue increíble (por lo menos para mí que nunca antes había hecho), mucho más de lo que muestran las fotos decepcionantes. Caminamos muchísimo bajo el sol. Comimos muchísimo y bien. No tan barato como a lo que Kuta nos tenía acostumbrados, pero barato igual. E intentamos salir de fiesta, pero parece que en el paraíso eso no está del todo contemplado. Hay 3 fiestas a la semana en 3 sitios diferentes y mi conclusión es que si la fiesta no te la montas tú, mejor descansa para el trasiego de playas de mañana.

Vimos mucha pobreza bien llevada. De esa que parece que no importa, de la que permite sonreír a todas horas igualmente. De la que puede dar envidia.

Y aunque nos fuimos antes, sólo fue en previsión del aburrimiento, no porque éste hubiera aparecido ya. Por eso y porque mis compis querían hacer un curso de buceo que parece que es más barato en Bali. Pero a mí se me hizo un poco corto.

Las Gili Islands son muy perfectas para ir en pareja. A descansar. A no hacer nada. A desconectar de internet (carísimo y lentísimo). A pasear por playas increíbles. A tostarse al sol. A escuchar reggae. A comer pescado. A ver coral y peces imposibles. Y a dejarse contagiar del buen rollo de la isla, por supuesto.

Como con Bali, me cuesta pensar que nunca más volveré a las Gili Islands.

15.5.11

Gili

Éstas fotos que podéis ver aquí las he sacado del fondo del mar de las Gili Islands, unas islitas paradisíacas cerca de Bali.




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10.5.11

Turista

Papá, mamá: yo de mayor quiero ser turista.
Hablar en idiomas incómodos y dormir en camas incomprensibles.
Quiero volar hacia Visas caras y hacia las que sólo tienes que comprar.
Me gusta comer la comida típica lugareña cada día y alguna vez las conocidísimas albóndigas suecas en Bali. Seguir sin atreverme con la sangría.
Me gusta saber que no tendré que esquivar ninguna cara conocida por la calle. Aún así, sonreiré sin parar a los locales y a las suecas.
Llegar a playas paradisíacas y descubrir nuevas tendencias en bikinis.
Encontrar nuevas olas y seguir huyendo del surf.
También saber que tantos me envidiáis, sobre todo el martingarri del pasado y, desgraciadamente, el Martín del futuro.
No pensar en trabajar. No pensar en dejar de viajar.
Conocer gente. Hacer 'íntimos' a algunos.
No echar nada de menos. No echar nada de más.
Espantar mosquitos nuevos e infinitos. Acostumbrarse a convivir con hormigas en la cama, en el zumo, paseando por el teclado...
Descubrir las cervezas locales y seguir disfrutando de los jugos naturales.
Ir en moto con dos más de paquete, adelantando a coches lentunos por calles semi-peatonales.
Hacer aún más fotos malas y seguir teniendo ganas de escribir tonterías.
Soñar con el país pisado y desear el siguiente aterrizaje.
No saber siempre dónde despierto; desear no olvidar dónde está mi hotel.
Dejar que sólo la lluvia me rompa el día, porque mañana siempre hará sol.
Tener el síndrome de Peter Pan por siempre jamás y seguir sin respuesta tradicional a como será mi vida laboral.
Papá, mamá: yo de mayor quiero ser justo como soy ahora.

4.5.11

Bali bis

Y después de dos semanas, Bali sigue siendo increíble.

La gente es demasiado buena; siempre atenta, siempre amable. Incluso en las zonas de máximo turismo se les ve felices y te ayudan en lo que pueden a la mínima que creen que necesitas ayuda. Casi siempre tienen una sonrisa para regalarte.

Son poco leídos, eso sí. Hemos encontrado varios a los que parece que les cuesta leer su propio idioma incluso. Pero son felices. Creo que realmente se conforman con poco y que tienen casi todo lo que necesitan, aunque eso no quita, por supuesto, que intenten negociarte MUY al alza todo. Negociar es algo fijo e inamovible e intentar sacarle lo que puedan al turista, dentro de un orden, es algo estricto.

Un día salimos a comprar un par de camisetas, simplemente por la comodidad de no tener que lavar tan a menudo y por creerlas baratas, no por necesitarlas. No eran tan baratas como pensábamos, pero las negociaciones no podían ser más fructíferas, y aunque al final no compramos nada porque están acostumbrados a australianos y americanos (mucho más dinero), sí conseguimos rebajar hasta un 33% los precios iniciales. Lo que sí compré fue unas gafas 'Ray Ban' por 3,5 dólares, cuando el precio inicial eran 35. ¡Un 10% del precio inicial! Todo esto entre risas, por supuesto.

Pero como decía, los locales de las partes más turísticas están acostumbrados a que les paguen precios, que aunque baratos, australianos. Los australianos son extraricos por aquí, si en su casa pagan normalmente 7 o 9 dólares por un jugo y aquí pagan 1, imaginaos lo que pasa con la cerveza. Y están, a máximo, 6 horas en avión y es de lo que tienen más cerca, así que las visitas son masivas. Creo que pueden trabajar un mes en su casa y vivir por aquí 4 meses en la gran fiesta.

De todas maneras, los locales, normalmente se dan cuenta de que nosotros no somos tan ricos como querrían y acaban tratándonos como a turistas de segunda. Esto es: precios más bajos. Tengo que decir que vengo de Chile para que no me ubiquen con el euro, y como no saben por donde queda exactamente, acaban creyéndose que somos más bien pobres, o por lo menos más pobres que los 'derrochadores' australianos.

Uno de estos días hemos cenado en un sitio semipijo de Ubud. Música en vivo y precios que doblaban algunos restaurantes a los que vamos asiduamente. Nos ha costado la cena 20 dólares americanos. Los 3.

Ubud no está en la costa. Es la ciudad de artistas y artesanos locales. Hay mucha piedra tallada, cemento volcánico en forma de columnatas, esculturas muy variadas y madera para todo tipo de objetos. Es turístico pero no es la locura de las playas. Hemos podido ver 'Rice terraces': las plantaciones de arroz típicas de Bali, muy bonitas. Hemos hecho trekking por un volcán de noche para ver amanecer desde arriba, además de poder ver casi todo el perímetro de la isla. Hemos visto muchos monos, algunos demasiado acostumbrados a robarle a los turistas. Hemos tomado una taza de café de 5 dólares en el mismo sitio que nos han regalado hasta 10 tazas de otras cosas antes de saber sí íbamos a comprar algo. Hemos visto el templo más grande y antiguo de Bali. Hemos negociado por más de 5 minutos cada una de estas actividades y sólo nos hemos desesperado una vez, en el templo grande, porque nos pedían 50$ por la 'donación'/entrada en una taquilla falsa, cuando al final resulta que la entrada costaba sólo dólar y medio y se compraba en otra parte.

En Bali encuentras todo eso, además de mucho balinés con chaqueta negra de cuero y casco integral a las 12 del mediodía subido en una moto bajo el sol abrasador. Y a veces hasta con calcetines. Hay muchas motos y más desorden. En Bali encuentras masajes en cada esquina y chicas locales pidiéndote hacerse una foto contigo en cualquier playa. En Bali se escucha muchísimo a Oasis. En Bali hay mosquitos que saben coserte y arañas de un palmo. En Bali hay muy buen rollo, mucha alegría y contagiosa felicidad. En Bali, si llevas falda es que estás en un templo. O que ya estás acabando la hora de las bebidas gratis en alguna de las discotecas enormes y te has pasado un poco.

Bali sigue siendo increíble.