17.8.11

Gold Coast & Sunshine Coast & Brisbane


El viaje asiático terminó para que el de Australia bis pudiera comenzar. Mal cambio. Tanto por dinero, como por temperatura y sobre todo por idioma (el 'inglés' de asia me es más comprensible que el cerrado y demasiado rápido australiano). La gente sigue siendo simpática y amable, usan muchísimo las palabras 'excuse me', 'thank you' y 'beautiful' y casi siempre con una sonrisa. Me he acomodado un poco más a Australia en esta vuelta, que por otro lado ha sido más larga y calmada.

El cambio de playas no ha sido negativo, sólo diferente y eso es mucho decir. Australia está lleno de playas increíbles, muy limpias, con arena finísima y olas muy correctas. Ah, y añadiendo 'primer mundo' detrás de ellas. Más allá de la arena encuentras asfalto y cemento, pero también barbacoas gratis listas para usar, con sus bancos y sus mesas alrededor, y gimnasios, y baños públicos, y vestuarios, y limpísimo como para una postal con césped y todo. Un mundo que gira alrededor del mar y del surfista.

Por poner sólo un problema a las playas australianas: son todas iguales. Muy bonitas, pero estándar. Peñón tras peñon sigues encontrando más o menos lo mismo, cambiando longitudes y un poco las anchuras, eso sería todo.

Como decía, hay mucha vida cerca de las playas, porque TODOS en Australia surfean. Hemos visto desde viejos con barrigas increíbles, hasta niñas de 12 años, todos con la tabla y, por esta época, con sus neoprenos. Parece que he descubierto el porqué de que los australianos sean malos para casi todos los deportes populares en el resto del mundo: no tienen tiempo para más, el surf les acapara los esfuerzos.

La ciudad de Surfers Paradise, en Gold Coast, me recordó a la idea que tengo de Miami, en cuanto a arquitectura, claro. Porque los latinos no llegan en masa hasta aquí. Las discotecas tienen bargirls en ropa interior, pero es burrida y demasiado alta para lo ancha que podría ser. Edificios feos y exagerados. Casi pueden saltar al mar desde su piso 23 al otro lado del paseo marítimo.

Después visitamos Baron Bay, un increíble pueblo/ciudad hippie costero. Bonito, pequeño y muy amable. Las mejores rubias que he visto desde Copenhague; compitiendo de tu a tu contra un recuerdo quizá algo idealizado. No está mal. Hippies de todas las edades, colores y longitudes de pelo viviendo juntos y quien sabe como de revueltos en paz y armonía, todos con caras amables y sonrisas fáciles. Me gustan los hippies parece, especialmente si son rubias. Baron Bay, espero que no sea la última vez que nos vemos, por falta de interés no será. Buenos bares, buenos restaurantes, buena gente.

Pequeño paréntesis de media tarde: Nimbin pasó como un suspiro, pareció una tos. Prometía ser el pueblo más hippie y abierto y no pasó de ser una simple calle perdida entre montañas de no más de 200 metros en la que un grupo de gente jugaba a que las drogas no son ilegales. Pero vimos más gente bizca y de andar torcido que gente que pareciera feliz. Toda persona con la que nos cruzamos nos ofreció marihuana como mínimo, pero no siempre entre sonrisas. Alguien nos dijo que Nimbin aceptaba a todo el mundo, pero a mí me parece que en realidad los que viven ahí es porque no les dejarían vivir en otra parte.

Después Sunshine Coast bajó el nivel. Más playas y peñones, pero pueblo minúsculo y aburrido. Pérdida de tiempo que debió dedicarse a Baron Bay. Tiene un parque nacional al que te hacen ir con falsas promesas de koalas y canguros en libertad. Si los hay, son los mejores en el arte del camuflaje. Buenas vistas costeras, pero casi 3 horas perdidas buscando animales imaginarios. En Baron Bay los animales que buscas con interés se te aparecen sin tener que llegar a girar la esquina, así que otro punto más para viajar a Baron Bay.

Para acabar el viaje por Sunshine Coast hubo visita al zoo. Cocodrilos, wombats y diablos de tasmania coparon el interés. Y koalas y canguros de muy cerca, sedados, para poder ser cebados y superretratados por los niños turistas.

Y antes de volar hasta Sydney: una noche en Brisbane. Ciudad no tan pequeña que me pareció una mezcla más o menos interesante entre Europa y EEUU. Me recordó a Melbourne, quizá por como las dos viven alrededor de un río limpio. Fue sólo una noche, pero tuvimos la suerte de acabar en el Irish Pub correcto, justo el que me recordó porqué no me gusta 'la copia lejana estadounidense' o 'la gran isla del pueblo americano': hemos visto más tetas en una noche en un solo pub que en semana y media de muchísimas playas. No es que 'la espera' no valiera la pena, porque la valió, pero la cabeza retrógrada y puritanoide me sigue decepcionando demasiado. Creo que aquí la mente es algo más abierta de lo que parece en el gran monstruo americano, pero sigue siendo un cambio demasiado importante para mí, sobre todo por lo estúpido y ridículo. También por que no sólo no saben esconderlo si no que lo legislan. En fin.

Aparentemente son felices, se nota en su amabilidad, sus sonrisas y sus sueldos, pero siguen pareciéndome puritanos y moralistas a la americana, lo que me impide tenerlos como una alternativa seria para vivir entre ellos. Excepto en Baron Bay, esa es mi excepción. El único lugar en que permitiría que estos americanos wannabe me cambiaran (un poco) y me convirtieran en un 'nuevo rico'.

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