30.4.11

No soy cool

No me gusta el surf.

Lo he intentado, pero lo encuentro aburrido y poco intenso. Nada adrenalínico. Para empezar, tienes que buscar y encontrar una playa apta para ello, nada fácil ya que hay muchas variables que hay que tener en cuenta: como las rocas que haya, dónde rompen las olas, cómo rompen las olas, que se pueda acceder a la playa, claro. Y luego están las variables variables, las cambiantes, las que dependen del tiempo: la altura de las olas, que también depende de la marea y por tanto de la hora del día, el viento, el sol, etc.

Cuando yo quiero jugar a fútbol sé exactamente lo que me hace falta: un campo que me costará X alquilar, 9 compañeros, una pelota y unas bambas que no sean una mierda.

Para el surf necesitas muchas cosas más. Y algo de suerte. La tabla no es nada barata. Necesitas llegar hasta la playa en cuestión; igual tardas una hora en llegar. A la hora correcta; igual toca levantarse a las 7:30 de la mañana. Rezar para que las predicciones de tiempo, oleaje y marea que has investigado el día antes en internet no estén equivocadas. Que esas predicciones incluyan que las olas romperán dónde las rocas del fondo no estén demasiado cerca o correrás riesgos.

Si todo eso sale bien, luego toca remar. Y remar mucho. Y luego remar un poco más. Y esperar. Bastante. Así y todo, al final, es posible que en hora y media de remo y remojo sólo llegues a intentar coger 3 o 4 olas. Porque no estás en el sitio exacto, porque remas lento, porque la ola te cae justo en la espalda, y después de esta viene otra, y otra, que te rompen, ahogan y hacen tragar agua salada. Después pasan unos minutos en que no llega ni media ola. Y te aburres tostando al sol tu ya enrojecida espalda.

También pasa que seguramente habrá 20 'surfistas' al lado tuyo, 10 de los cuales están esperando y deseando coger la misma ola que tú. Hay que saber quién tiene la prioridad, fijarse si coge la ola finalmente y decidir si tendrás que dejarle paso. También hay que fijarse, y muy bien, que los surfistas no te vayan a pasar por encima, ni que se vayan a caer cerca tuyo: las tablas vuelan fácil y hundirse no te salva de todo.

Después hay que intentar levantarse de la tabla. Nada fácil.

Surfear no me vale la pena, demasiado esfuerzo y golpes para poca recompensa.

Tengo que apuntar que sólo he conseguido levantarme una vez. Porcentaje extraño con la de veces que me he caído y golpeado. Pero 'así es el surf', parece. Al menos aprenderlo. Aburrido y doloroso. Menos glamouroso de lo que parece y bastante menos intenso.

29.4.11

Amanecer poco futbolístico, muy intenso

Justo a la misma hora en que algunos celebrábais un por lo menos polémico y aburrido partido, nosotros estábamos viendo estas escenas balinesas.






Seguid celebrando, si queréis y podéis.

23.4.11

Bali es...

Bali es muchos olores, casi siempre buenos. Bali es playas increíbles, llenas de surfistas, agua cristalinas y bastante calientes. Bali es calor extremo. Bali es humedad asfixiante. Bali es sudor inevitablemente permanente. Bali es todo barato. Bali es buena comida y comidas enteras por 3 dólares. Bali debe ser negociable. Bali es ofrecimientos de masajes a todas horas y en todas las calles. Masajes con final feliz, se entiende, o 'and more' como ellas lo llaman. Muchas prostitutas en busca del extranjero necesitado. En realidad, ofrecimientos de todo, cada 4 pasos. Bali es extranjeros y locales mezclados en bastante armonía. Bali es muchos australianos, bastantes suecos y muchísimas rubias. Bali es amabilidad y alegría. Bali es tráfico imposiblemente desordenado, aún así, nada agresivo si no todo lo contrario: hay compañerismo. Bali es motos por todas partes. A veces con 3 personas, a veces con 3 niños. Bali es conducir en contra dirección a menudo; a veces son 4 sentidos en una calle de sólo 2. Se inventan 2 a los lados y nadie se enfada, ni irrita, ni ofende. Bali es ofrendas a la entrada de cada negocio o casa. Bali es 'I help you, you help me': mensaje de bienvenida del policía de inmigración, pidiéndome una propinilla para inventarse la dirección en la que iba a alojarme, dato indispensable para poder entrar a Bali. ¿Qué mejor bienvenida?


Bali es 'Magic Mushrooms'. Unas setas alucinógenas muy divertidas, sólo legales en Bali, parece. Te hacen reír por nada, ver a la gente transformada pero reconocible y tener la sensación de que el tiempo pasa muchísimo más lento. Te ries muchísimo, hasta que te duelen la barriga y la mandíbula. Y todo lo ves con mucha más curiosidad; puedes quedarte enfocado en algo mucho rato, desde una simple planta hasta el agua de la barandilla. Y todo te parece increíble. Te vuelves un poco paranoico, pero no demasiado. Algo de náuseas implícitas.


Preguntamos a los locales, antes de probarlas, qué les parecían a ellos y las respuestas no pudieron ser más desalentadoras, nos asustaron un poco. Hubo desde 'demasiado loco para mí', hasta un 'no me gusta perder el control', pasando por 'si uno empieza a romper las cosas de la habitación, que los otros dos le controlen'. Nada de todo eso, fue sólo divertido a pesar de las náuseas y nada peligroso. Recomiéndolas sin dudarlo un segundo.

Bali es increíble. Bali es otro paraíso. Bali sólo acaba de empezar.

19.4.11

Melbourne, Australia

Y Melbourne mejoró mi idea de Australia, aquí sí podría llegar a vivir.

No se me malentienda: no lo buscaré, pero ésta ciudad sí es sufrible. Y seguro que mucho mejor con los sueldos que deben cobrar por aquí.

Sydney me pareció una auténtica mierda la verdad, y creo que tienen mucha suerte del marketing que le da la ópera, porque tiene bien poco más. La ópera, por cierto, también me decepcionó. En vivo no es ni tan grande, ni tan bonita, ni tan interesante, ni tan imponente como me imaginaba. Creo que lo mejor de la ópera de Sydney es los fotógrafos que tiene. Tengo que decir que no entré, sólo la desprecié por fuera.

Melbourne, gracias a no tener éste mastodonte marquetiniano y ese algo más que no tengo ni idea de lo que debe ser, se libra de bastante turista. No tiene nada que llame demasiado la atención fuera de Australia. ¿A caso alguien de vosotros sabe algo de Melbourne? Yo desde luego no sabía nada antes de llegar.

Pues la ciudad tiene 4 millones de habitantes, muy pocos menos que Sydney, que tiene 4,5.

Es absolutamente carísimo para alguien que viene de Barcelona. Y considero a Barcelona una ciudad bastante cara. En cualquier sitio anuncian como gran oferta un sandwich, que seguramente será el más vulgar que hagan, algo parecido a un bikini torpe, por unos 9 o 10 dólares australianos. Incluso le ponen un 'only!', con admiración incluída. 7 eurazos. Y normalmente será 'Take Away Only'. He pagado zumos de frutas, jodidamente deliciosos eso sí, por 9 dólares. Y obvio que nunca el más caro. Los tamaños de ambas cosas serían los estándares en Barcelona, no vayáis a pensar que es caro por el tamaño, no.

No he visto manifestaciones ciudadanas en protesta por estos precios, e incluso les he visto consumiendo este tipo de cosas, así que doy por hecho que para ellos son precios asequibles. Bien por ellos; jodido para los turistas.

Por el contrario, a pesar de no tener demasiadas WiFi's libres, he visto ofertas en anuncios de ADSL+2 por 40$ al mes con llamadas incluídas. Así que por el precio de 4 zumitos normalitos, tienen intenné bueno en casa. ¿Cuántos zumitos costaría en Barcelona una conexión así de rápida?

Más rarezas australianas:

- He visto MUCHA gente vestida elegantemente, como para ir a trabajar a una multinacional bancaria o a vender seguros, con zapatillas deportivas. Creo que se los cambian para trabajar, pero si los ves por la calle, reírte te ríes un rato.

- Melbourne lo fundó un tal Batman. No es broma. Por aquí tiene a su nombre una calle, una avenida, un parque y un 'Hill' (que de hill no tiene nada). Y seguro que tiene una estatua pero no la he visto. Parece que quiso llamar a la actual Melbourne, Batmania.

- Hay muchísimas estatuas de gente.

- Hay muchos recordatorios a las guerras varias, especialmente a la II G.M. Incluídas varias placas dentro de Iglesias y Catedrales.

- Comen mucho pan tipo 'Pagès' catalán. Pero gomoso, nada bueno.

- En Melbourne sigue habiendo tantos parques como en Sydney.

- Ésta ciudad es el paraíso para los arquitectos que gusten de edificos altos con mucho cristal. Creo que el cristal está muy barato por aquí.

- El río que pasa por enmedio de la ciudad está impecable. Practican mucho remo en él.

- Cuando entras a según qué tipo de bares o restaurantes, te sirven una botella de agua de litro antes de preguntarte lo que quieres. En Sydney tambíén, por cierto. Me refiero a bares más o menos bien, no sólo para comer rápido o sólo tomar algo.

- En Melbourne hay todavía más fuentes para beber que en Sydney. No hace falta comprar bebida en realidad.

- Hay muchísimas tiendas de cámaras. Hay muchísimas cámaras. Hay muchísimas más que chinos.

- Melbourne no es tan americano como me pareció Sydney, esto es más inglés.


En fin, Australia: dos alegrías me das, una cuando llego y otra cuando te dejo atrás.

16.4.11

¿Quién se ha llevado mi queso?

Cuando era más pequeño dejaba para el final el mejor bocado de la comida, ya fuera un bocadillo, una pasta o un pedazo de carne. Estaba toda la comida preparando ese último y gustosísimo bocado, casi sufriendo todos los demás. Puede que no sufriendo, pero casi despreciando. Toda la comida hipotecada por el final. Supongo que mucha gente lo hace/ha hecho así alguna vez.


Después, crecí un poco (o eso creo) y empecé a comer cada vez el mejor bocado posible, dentro de un orden. Ya no dejaba para luego el mejor, si no que iba buscando cada vez el que más me apetecía. ¡Ya no comía sólo un buen bocado, si no muchos!


Obviamente esto no se puede cumplir con absolutamente todas los mordiscos, a veces tienes que comerte esa parte con menos mozzarella. Tienes que hacer un pequeño paso en falso para poder seguir. No siempre el mejor bocado está fácilmente accesible.


Eso me ha pasado con Australia. O con Sydney en concreto.


sí, está muy lejos. Sí, es una gran ciudad. Sí, tiene su ópera y sus grandes parques. Tiene un puente.


No es Estados Unidos, pero quiere serlo (lo creo, porque no he estado en USA). No es tan grande y no hay tantas cosas por ver. No es nada barata. No he podido comer nada nuevo.


¿Para qué ir a un Estados Unidos que no llega a serlo del todo? Es como ir a un museo de cera: ¿quién paga algo tan caro para que no sea el original y sólo sea una burda copia?


Eso me ha parecido Sydney. Un mordisco tonto antes de Bali. Me voy un tanto desencantado.


En un rato salgo para Melbourne. Vamos a ver qué tipo de bocado me espera. Ojalá no sea más corteza sin mozzarella.

15.4.11

Rarezas australianas

Por cierto, después de 16 horas metido en un avión, y no conseguir dormir más de 3, lo que me encuentro es gente rara (algunas cosas para 'bien'). Explicaciones:


- Conducen por el otro lado. Aunque eso no parece ser un problema para ellos, saben que para mí sí. Por eso en casi cada calle pintan en el suelo 'Look right'.


- No hay líneas que separen los dos sentidos de las calles. Ni siquiera imaginarias. Excepto en las muy grandes calles del centro. Así que aunque te acuerdes de mirar hacia el lado correcto, puedes sufrir sustos.


- Hay murciélagos en el parque principal de la ciudad. ¡Murciélagos! ¡A plena luz del día! Muy ruidosos por cierto.


- Los semáforos para peatones se ponen en rojo cuando llevas exactamente la mitad cruzado. Y eso caminando rápido. Siempre hay que correr para cruzar. Se pone en rojo parpadeante para dar un poco de margen, pero rojo al fin y al cabo.


- Todos los semáforos tienen un botón para que se ponga verde para los peatones. No sirve de nada.


- Todos los semáforos están adaptados para ciegos, hacen ruiditos.


- Todas las aceras están adaptadas para sillas de ruedas.


- Es una ciudad muy grande y son casi americanos, pero son amables. Por lo general, muy amables. No como en Colombia o Costa Rica, pero amables. Me he encontrado un par de personas un poco desagradables, pero es que sus trabajos eran realmente una mierda: poli del aeropuerto y tiquetera de museo de mierda.


- Hay músicos con amplificadores y todo en cada parque o calle transitados. Muchos guitarristas.


- He visto maoríes (indígenas de Nueva Zelanda) en el aeropuerto. Tienen la cabeza muy muy grande. Son como sandías. Como sandías grandes. Esto es verdad y no exagero ni un centímetro cúbico.


- No hay muchas papeleras por la calle, aún así está todo bastante limpio.


- Está llenísimo de estadounidenses. No sé para qué vienen: 14 horas de avión para seguir sintiéndose en casa. En realidad creo que esa es su estúpida idea. Se los reconoce porque son más gritones, más sociables, más pesados, más fiesteros... en fin, parecidos a los australianos pero en una versión peor. Los de mi hostal beben vino en bolsa. ¡En bolsaaa!


- Mucha gente en chanclas y muchos otros con pantalón corto y calcetines largos subidos. Así que a lo mejor varios de esos de los que nos reímos en Barcelona sean australopitecus australianos.


- Muchos tatuajes.


- No he visto ninguna bandera australiana, si no es en artículos de souvenirs, en dos días y por las zonas más transitadas. El primero de todos los países que he visto hasta ahora que no te recuerda dónde estás cada poco.


- Hay fuentes para beber por el centro. No tantas como en Roma (o Italia en general) ni sucias/asquerosas como las de Barcelona.


- Hay muchos parques y hierba por el centro (supongo que por las afueras todavía más). Ahí hacen desde picnics hasta gimnasia en grupo. He visto muchísima gente corriendo.


- No contaba con que hubiera calles en diagonales complicadas, ni que hicieran curva. Ésto no es una cuadrícula homogénea casi en ninguna parte.


- Parece una ciudad bastante segura a pesar de ser tan grande.


- Me esperaba más y mejores conexiones. Hay pocas, de pago y lentas. McDonalds ofrece gratis, pero es lentísima; Starbucks la tiene de pago y me dijo camarera que peor que la de McDonalds. Decepción.


- No hay que dejar propinas ni en los bares ni en los restaurantes.


- Es carísimo pasear por aquí.

14.4.11

Sydney, Australia

Llevo media mañana en Sydney: he hablado con más chinos que en toda mi vida. Desde luego, ellos en perfecto inglés. Tan perfecto que incluso entendían el mío. Curiosidad: aquí, los chinos, hablan el idioma local.


También he visto 4 personas con el brazo roto, y esto es más extraño. Imagino que se lo han roto pegando una buena colleja al chino de turno que se les cruza, porque digo yo que con tanto chino como hay por aquí suelto, habrán regulado algo. Pero sólo es una rápida suposición, por supuesto. Aunque bien haría España en espavilar en este sentido.


Ahora menos en serio: esto me está gustando más de lo que esperaba. No es que esperara poco, lo que pasa es que en realidad dónde tengo la mente puesta es en Bali. Ávido de playas, falto de sol. Y eso que creo que ahí encontraré más chinitos.


Toda la vida queriendo ver Australia y cuando llego me pongo a pensar en Bali. A ver si me concentro.


Sydney es muy grande, he visto muchísimas calles tan grandes como la diagonal y repito que llevo media mañana, y sumo que me he perdido un poco (por una mala indicación del hostalero, corro a apuntar) por un barrio semiresidencial-no-tan-caro. Me ha hecho caminar tontamente por la zona en la que duermo, que está lleno de hostales para Backpackers (palabra que significa 'mochileros'), lo que no ha impedido que vea un Ferrari descapotado aparcado en una calle cualquiera y un Porsche cediéndome el paso en una de las pocas calles minúsculas. 


Aquí todo es a lo grande. Demasiado American Way of Life wannabe. Mucha gente muy rara. Pero con las conexiones WiFi de pago. Así que ya hemos encontrado algo mejor que en Barcelona, dónde directamente no hay conexiones WiFi en locales cualesquiera (excepto en Sturbucks, que es gratis, al contrario que aquí).


Cosas peores que en Bogotá, por seguir con las comparaciones: las chicas no se giran para mirarme, ni esperan que las salude, ni saludan, ni me preguntan de dónde vengo. No babean por saber que soy español. Así que esto es exactamente lo mismo que Barcelona. Shiiit!


Voy a seguir inspeccionando, esperando equivocarme en más de una cosa.

8.4.11

1 mes. 3 meses. 6 meses.

Me he despertado después de dormir unas 15 horas. Ha sido un viaje muy, muy largo. Un mes, 3 países nuevos, muchas horas de avión y más de autobús. Muchísimas playas totalmente increíbles y algunas sólo increíbles. Muchos amigos nuevos. Muchos enamoramientos. Muchos animalitos y más flora. 1500 fotos, casi todas decepcionantes.

Demasiados recuerdos.

Me he despertado y no sé si tengo que decir tío, weon, mae, mopri, huevón, marica...  No sé dónde estoy, y lo que es peor: dónde quiero estar.

Si sé que tengo que comprar más billetes de avión. Y vacunarme contra nuevas y exóticas enfermedades. El 12 empieza otra aventura, ésta vez por Oceanía y Asia. Se calculan 6 meses de gente nueva, más playas, bichos más raros y peores camas. Más mosquitos y aún más fotos malas. La próxima idea es conocer algo de Australia, mucho de Indonesia, especialmente Bali, Malasia, Thailandia, Laos, Vietnam, Camboya, Nueva Zelanda y quién sabe cuantas sorpresas más.

Este viaje empezó un 20 de Enero, hace casi 3 meses. Han pasado 4 países y aún estoy ávido de muchos más.

¿Quién quiere reposo teniendo Asia por descubrir? ¿Quién quiere asfalto teniendo mar? ¿Quién quiere calma pudiendo ver chinos en su propio hábitat?

2.4.11

Los ticos son buena nota, mae

Los ticos (apodo de los costarricenses) son muy amables, simpáticos y hospitalarios. De momento, esto me está llamando demasiado la atención en sudamérica en general, mucho tenemos que aprender de ellos en Barcelona. Son muy amables. Excepto cuando conducen, que se transforman en barceloneses. Como los colombianos, son abiertos e intentan no dejarte de lado en ninguna conversación en las raras veces que no te hacen formar parte de ella. El sentido del humor no lo veo tan desarrollado, pero siempre sonríen. Y se jactan de ser uno de los países más felices del mundo (aparecen siempre en varias listas que se hacen por ahí). Y creo que tienen razón, se les ve felices. A pesar de tener sólo 10 días al año de vacaciones.

Tratan a los turistas muy muy bien, sabedores de que somos potencialmente importadores de riquezas (esto no va por mí, desde luego, pero ellos hacen ver que no lo saben). Y creo que Costa Rica tiene mucho potencial a nivel turístico, pero aún tiene que explotar del todo en eso, y creo que lo harán. Esto está lleno de estadounidenses en la costa del pacífico, porque les resulta demasiado barato y relativamente cerca.

Todo el mundo debería hacer el esfuerzo de venir para aquí, por demasiado cómodo, seguro, alegre y variado. Tienes todas las playas que puedas imaginar y necesitar, increíbles montañas y selvas inabarcables. Gente amable y cercana. Te sacan los ojos con los precios, pero no se trata de venir a comprar souvenires. Comer no es tan barato como podría creerse, aunque sí es algo más barato si vienes de Barcelona.

El país entero es increíble. Tan lleno de verde, de playas, de otro verde diferente y mil más, y con una variedad de fauna que yo nunca había visto. Hemos visto bichos de todos los tipos, tamaños y colores. Hemos visto más plantas que nunca; hasta plantas que viven sobre otras plantas. Crecen por absolutamente todas partes. El agua llega casi a diario 9 meses al año y el sol es perenne, así que no hay escapatoria. No hay invierno, sólo temporada no húmeda.

Pero tienen un gran problema: San José. Es fea, muy fea. Horrible en casi toda su extensión. Con la excepción de algunas calles del centro, aunque éstas siguen siendo más interesantes que bonitas, todo es feísimo y no es por pobre, es sólo que es muy feo, hecho con un mal gusto espeluznante.

Y además tienen una de las formas de direccionamiento más extraños y disfuncionales que he visto nunca: cuando preguntas o pides como ir a un sitio, no se rigen por el nombre de las calles, si no que todo te lo dicen en relación a otro sitio conocido. Por ejemplo: si quieres ir a la casa X, te dicen que está a 300 metros al norte y 100 al oeste del McDonalds, que está en la plaza de la Iglesia Z. Suelen contar que 100 metros es una calle, aunque en realidad es algo más parecido a 80. Aún así, no hablan de calles, si no de metros. Las calles suelen estar numeradas, pero nadie se los sabe, ni los usa, ni les hacen caso. Ninguna casa ni edificio tiene número. Este funcionamiento sirve siempre y a los bancos (por ejemplo), se les dan direcciones así. Y al final, se añaden descripciones de la casa del tipo: la de las rejas negras con portón de madera, la del perro durmiendo, la de la enredadera en la entrada. Y el banco lo apunta meticulosamente, y de vez en cuando te preguntan si algo de esa descripción necesita actualización, por si se te ha ocurrido repintar. Así que, recapitulando, he estado viviendo a 200 metros al norte y 75 al oeste (esto es casi una manzana) del Banco Nacional de la plaza de la Iglesia de San Rafael, en una casa de rejas amarillas con orquídeas en la entrada.

Los taxis no saben nada.

Otra cosa curiosa son las drogas. En las costas te ofrecen de todo, nunca barato, pero con toda la variedad. Sobre todo marihuana, o mota, como la llaman ellos. Empiezan preguntándote si necesitas algo, te ofrecen cualquier cosa, incluso los tenderetes, y luego te sueltan la lista entera y acaban con un ‘tengo de todo, de todo’. La policía no hace nada al respecto, todos conviven en paz y bastante harmonía, no se preocupan por las drogas. Ni por las putas. En la costa del Pacífico se nos ocurrió salir de fiesta por el pueblo (cosa que nunca hacemos) y en el bar casi pudimos contar más putas que locales ‘civiles’. No te molestan, ni preguntan ni piden, sólo están ahí esperando a que alguien se las intente ligar. Pero son muchas de verdad. Por cierto, en los pueblos, siempre pequeños y dispuestos casi siempre en una sola calle, los bares, pubs y discotecas se reparten los días de la semana. Así, cada bar tiene su día.

En la capital, todo eso es mucho más suave. Ya no hay putas en los bares, o al menos no son tan evidentes, y parece que las drogas también tienes que buscártelas un poco más. Sigues sin tener que esconderte demasiado de la policía. Pero se ve bastante más pobreza, sobre todo de la miseria. Por donde hemos salido, hemos visto bastantes vagabundos con más problemas que dinero y más drogas en el cuerpo que el consumo total de una persona normal en toda su vida.

Parece que en según qué partes de San José es mejor no ir caminando y pasar con los seguros del coche puestos. Pero yo no he tenido ni visto ningún problema.

Otro caso a parte es la ciudad de Limón, en el Caribe sur. Cuando pasamos por las afueras nos paró un grupo de polis, eran unos 10 o 15, todos con pistolas y chalecos antibalas, y algunos además con metralletas o escopetas. Lo primero que nos preguntaron es si llevábamos armas en el coche. Parece que Limón es la entrada principal de las drogas en el país, que el gobierno ya intenta tenerlo centralizado, puede que incluso con alguna negociación, y que es la única parte realmente semipeligrosa del país. Llega todo de Colombia y después de una paradita técnica sigue subiendo hasta USA. Parece que esa podría ser una de las causas por las que no hay conexión por tierra entre Panamá y Colombia, a pesar de compartir frontera.

En fin, resumiendo y pidiendo perdón por el rollazo: Costa Rica vale mucho la pena y me quiero ir a vivir al Caribe en algún momento. Amén.

1.4.11

Álter ego olvidándose

Soy el hombre de vacaciones aparentemente permanentes. El que ha aprendido a disfrutarlas y a exprimirlas sin temer al regreso. Soy el turista que quiere dejar de serlo, que quiere confundirse entre los nativos aunque eso incluya comer arroz y frijoles más de una vez al día. Soy el turista que huye del resto de la manada extranjera como si ésta tuviera la peste aún sabiéndose igualmente apestado. Aún queriendo fundirme con el local, no tengo prisa y disfruto de ser 'el raro' para poder aprender muchas tonterías como la diferencia entre pintos, casados, viudos y rice&beans; todos arroz con frijoles pero mezclados diferentes. Todos platos típicos costarricenses y exquisitos.

Estoy empezando a sólo disfrutar en la playa, a no despreciar ni a la arena ni a la sal e incluso a valorarlas como parte importante de la diversión. Soy el que huía de ella por desconocimiento, por haber sido mal educado con las simples, aburridas y sucias playas del mediterráneo, tan lejanas de las del Pacífico y aún más de las del Caribe. Me gusta la playa. ¡Me encanta la playa! Quiero vivir en el Caribe en algún momento.

Soy el que empieza a no necesitar conexión diaria con su vida paralela virtual, y que va transformando a ésta en un recuerdo imposible e irreal; ¿para qué querría nadie estar conectado todo el día como mi yo del pasado hacía antes? Internet, cada vez, va siendo sólo la manera de investigar sobre el próximo destino. Menos enviar emails tontos, menos leer las notícias de siempre, menos messengers y más desconocidos. (Sin embargo, aquí tenéis este post)

Soy el turista que aún con más de dos meses de viaje, aún no echa nada de menos: ni la cama, ni la tranquilidad, ni el aceite de oliva, ni el jamón. Al menos no todavía.

Soy el turista que sólo anhela el próximo viaje, sin querer que acabe el actual. Quiero irme y quiero volver. No quiero que el viaje acabe.

Post inspirado en http://alteregosalterados.blogspot.com. Si no lo seguís ya, deberíais hacerlo. Es muy ligeramente parecido a esto, pero en bueno. ¡Y desde aquí le repito que publica demasiado poco!