25.8.11

Auckland, Nueva Zelanda


Auckland fue el primer y último destino de Nueva Zelanda. El viaje se tuvo que acortar.
Auckland fue la ciudad más fría de todo el viaje.
Auckland es la ciudad más grande de Nueva Zelanda, aunque no su capital (Wellington).
Auckland es una 'Calle Principal'. Como los pueblos pequeños, aunque tenga poco menos de millón y medio de habitantes.
Auckland tiene 100.000 chinos viviendo entre sus habitantes. Y 'Chinatown' ocupa parte de la calle principal.
Auckland tiene más habitantes polinésicos que ninguna otra ciudad del mundo. Hay más que maoríes. No los diferencio para nada.
Auckland está infestada de maoríes por la noche. En camiseta y pantalón corto a 0ºC. Muchos pobres son maoríes.
Auckland está toda deformada por cerros, colinas, montes, montículos y desniveles varios. Cansa mogollón caminar por ella.
Auckland construyó un Museo Nacional muy interesante. Quizá el mejor de los que he visto nunca.
Auckland construyó su ciudad alrededor del mar, y no vale la pena visitar nada costero de la ciudad, parece que mejor coger un ferry.
Auckland mereció su visita (aunque fuera lo único que se iba a ver). Pero lo bueno de Nueva Zelanda son, desde luego, sus paisajes.
Auckland mereció más atención. Para ver los alrededores.
Auckland volverá a ser visitada. Ni que sea sólo para aterrizar y seguir desde ahí a las partes más bonitas.

21.8.11

Sydney, Australia bis


Volví a Sydney y me gustó un poco más. Y eso que esta vez hacía frío. A lo mejor eso ayudó, ya que había menos gente, menos turistas.

Volvía a la Ópera para verla por dentro y me gustó un poco más. Me explicaron cuanto costó idearla y cuanto construirla y cuando ocurrió todo eso. Por fuera sigue siendo horrible, fea y mastodóntica como patas de elefante de ladrillo barato. Decepcionante.

Sydney sigue siendo obscenamente carísima aún cuando la visitas con calma, así que descubrí que también tienen kebabs excelentes, lo que supongo que ayudó a mejorar la idea de la ciudad, pues me recordó algo bueno de Barcelona. También probé la carne de canguro; tierna y suave. Buena.

Estuve en varias playas de alrededor y envidié algunas casitas frente a ellas.

De todas maneras, Sydney no mejoró lo suficiente como para que el balance final sea demasiado positivo. Mejoró, sí, pero en ningún caso llega a ser un enamoramiento ni lejano como me ha pasado con tantas otras ciudades, pueblos, islas, países enteros o simples playas que he tenido la buena suerte de visitar. A penas hay cariño por ella.

Sydney, esto es un adiós para siempre, a partir de ahora sólo serás una escala para mí.

17.8.11

Gold Coast & Sunshine Coast & Brisbane


El viaje asiático terminó para que el de Australia bis pudiera comenzar. Mal cambio. Tanto por dinero, como por temperatura y sobre todo por idioma (el 'inglés' de asia me es más comprensible que el cerrado y demasiado rápido australiano). La gente sigue siendo simpática y amable, usan muchísimo las palabras 'excuse me', 'thank you' y 'beautiful' y casi siempre con una sonrisa. Me he acomodado un poco más a Australia en esta vuelta, que por otro lado ha sido más larga y calmada.

El cambio de playas no ha sido negativo, sólo diferente y eso es mucho decir. Australia está lleno de playas increíbles, muy limpias, con arena finísima y olas muy correctas. Ah, y añadiendo 'primer mundo' detrás de ellas. Más allá de la arena encuentras asfalto y cemento, pero también barbacoas gratis listas para usar, con sus bancos y sus mesas alrededor, y gimnasios, y baños públicos, y vestuarios, y limpísimo como para una postal con césped y todo. Un mundo que gira alrededor del mar y del surfista.

Por poner sólo un problema a las playas australianas: son todas iguales. Muy bonitas, pero estándar. Peñón tras peñon sigues encontrando más o menos lo mismo, cambiando longitudes y un poco las anchuras, eso sería todo.

Como decía, hay mucha vida cerca de las playas, porque TODOS en Australia surfean. Hemos visto desde viejos con barrigas increíbles, hasta niñas de 12 años, todos con la tabla y, por esta época, con sus neoprenos. Parece que he descubierto el porqué de que los australianos sean malos para casi todos los deportes populares en el resto del mundo: no tienen tiempo para más, el surf les acapara los esfuerzos.

La ciudad de Surfers Paradise, en Gold Coast, me recordó a la idea que tengo de Miami, en cuanto a arquitectura, claro. Porque los latinos no llegan en masa hasta aquí. Las discotecas tienen bargirls en ropa interior, pero es burrida y demasiado alta para lo ancha que podría ser. Edificios feos y exagerados. Casi pueden saltar al mar desde su piso 23 al otro lado del paseo marítimo.

Después visitamos Baron Bay, un increíble pueblo/ciudad hippie costero. Bonito, pequeño y muy amable. Las mejores rubias que he visto desde Copenhague; compitiendo de tu a tu contra un recuerdo quizá algo idealizado. No está mal. Hippies de todas las edades, colores y longitudes de pelo viviendo juntos y quien sabe como de revueltos en paz y armonía, todos con caras amables y sonrisas fáciles. Me gustan los hippies parece, especialmente si son rubias. Baron Bay, espero que no sea la última vez que nos vemos, por falta de interés no será. Buenos bares, buenos restaurantes, buena gente.

Pequeño paréntesis de media tarde: Nimbin pasó como un suspiro, pareció una tos. Prometía ser el pueblo más hippie y abierto y no pasó de ser una simple calle perdida entre montañas de no más de 200 metros en la que un grupo de gente jugaba a que las drogas no son ilegales. Pero vimos más gente bizca y de andar torcido que gente que pareciera feliz. Toda persona con la que nos cruzamos nos ofreció marihuana como mínimo, pero no siempre entre sonrisas. Alguien nos dijo que Nimbin aceptaba a todo el mundo, pero a mí me parece que en realidad los que viven ahí es porque no les dejarían vivir en otra parte.

Después Sunshine Coast bajó el nivel. Más playas y peñones, pero pueblo minúsculo y aburrido. Pérdida de tiempo que debió dedicarse a Baron Bay. Tiene un parque nacional al que te hacen ir con falsas promesas de koalas y canguros en libertad. Si los hay, son los mejores en el arte del camuflaje. Buenas vistas costeras, pero casi 3 horas perdidas buscando animales imaginarios. En Baron Bay los animales que buscas con interés se te aparecen sin tener que llegar a girar la esquina, así que otro punto más para viajar a Baron Bay.

Para acabar el viaje por Sunshine Coast hubo visita al zoo. Cocodrilos, wombats y diablos de tasmania coparon el interés. Y koalas y canguros de muy cerca, sedados, para poder ser cebados y superretratados por los niños turistas.

Y antes de volar hasta Sydney: una noche en Brisbane. Ciudad no tan pequeña que me pareció una mezcla más o menos interesante entre Europa y EEUU. Me recordó a Melbourne, quizá por como las dos viven alrededor de un río limpio. Fue sólo una noche, pero tuvimos la suerte de acabar en el Irish Pub correcto, justo el que me recordó porqué no me gusta 'la copia lejana estadounidense' o 'la gran isla del pueblo americano': hemos visto más tetas en una noche en un solo pub que en semana y media de muchísimas playas. No es que 'la espera' no valiera la pena, porque la valió, pero la cabeza retrógrada y puritanoide me sigue decepcionando demasiado. Creo que aquí la mente es algo más abierta de lo que parece en el gran monstruo americano, pero sigue siendo un cambio demasiado importante para mí, sobre todo por lo estúpido y ridículo. También por que no sólo no saben esconderlo si no que lo legislan. En fin.

Aparentemente son felices, se nota en su amabilidad, sus sonrisas y sus sueldos, pero siguen pareciéndome puritanos y moralistas a la americana, lo que me impide tenerlos como una alternativa seria para vivir entre ellos. Excepto en Baron Bay, esa es mi excepción. El único lugar en que permitiría que estos americanos wannabe me cambiaran (un poco) y me convirtieran en un 'nuevo rico'.

9.8.11

Phuket o la última decepción


Phuket iba a ser el útimo paraíso del viaje tailandés que iba a poder disfrutar en demasiado tiempo, así que tenía bastantes esperanzas puestas en él. Pero resultó ser una pequeña decepción. Creo que llegar directo de Ko Phi Phi no ayudó demasiado y las playas me parecieron demasiado vulgares y extraabarrotadísimas.

Así que tenemos: playas vulgares y carreteras perfectas, gente local con iPhones, restaurantes caros y demasiados turistas. Mala idea, eso no es lo que esperas ver cuando vas a Tailandia. Al menos no yo. Es la zona de Tailandia más rica, gracias al turismo al que se venera, obvio. Pero eso resulta en pueblos feos, muy poco interesantes, y gente nada exótica. Todo muy preparado para el turista, con la mayor cantidad de prostitutas que he visto en todo el viaje por Indochina.

Lo mejor de Phuket fue un tour que se nos ocurrió hacer, con visita a Budas en cuevas, monos graciosos que se dejan retratar fácilmente, islotes preciosos de paredes verticales en los que algún James Bond ha sido filmado y pueblo flotante musulmán en piscina natural de tamaño gigantesco. Bonito, divertido e interesante (y bastante barato).

Phuket, siento que la ruta marcara que fueras detrás de Ko Phi Phi, pero no eres tan bonita. O quizás hubiera sido lo mismo, quién sabe.

Desde Phuket, vuelo a Kuala Lumpur. Creo que he estado 4 veces en ese aeropuerto. Y varias horas después, vuelta a Australia. Ésta vez a la Gold Coast, un poco al norte de Sydney. 'Un poco' relativo claro, 'un poco' para ser Australia.

Phuket: no volverás a engañarme, seguramente.

Ko Phi Phi, EL PARAÍSO


Ko Phi Phi es el paraíso. EL PARAÍSO. A no ser que odies las playas perfectas, querrás vivir ahí cuando tengas la suerte de visitarlo.

En Ko Phi Phi hay zonas demasiado turísticas, como el centro del pueblo, abarrotado de justo los turistas q no me gustan tanto, léase: menores de 25 comportándose como los de 18 que acaban de descubrir el alcohol y la música ruidosa. Por otro lado, el nivel mujeril subió considerablemente y eso fue algo así como un pequeño alivio ocular.

Es fácil encontrar hotel u hostal en el pueblo, donde llegar a la cama después de la fiesta es sencillo, o se puede uno ir a dormir un poco más allá, caminando a través de alguna playa, a algunos resorts de lujo o bungalows más accesibles, todos con vistas increíbles y jungla en el patio trasero, lejos de la fiesta y los vasos baratos.

Si ya te decides a coger un tour y dejarte dar una vuelta a playas más lejanas, encontrarás el éxtasis playil: playa perfecta no abarrotada.

Hay playas de todos los colores y con todo tipo de pavimento, predominando azules imposibles y arena de la más fina calidad. Donde se puede desde dormir hasta snorkelear un poco, pasando por tomarse el jugo más exquisito y comer manjares tanto locales como occidentales. Por supuesto, puedes escoger playas con olas o playas donde puedes remojarte los tobillos durante cientos de metros. Hay una playa para cada gusto.

Ko Phi Phi es bastante barato tanto para dormir como para comer, aunque a veces hay que buscar un poco más. La fiesta es abundante en cuanto a locales, playas y gente.

Cerca de Ko Phi Phi, a un tour corto de distancia, puedes ver la playa de la película 'La Playa' de Leonardo di Caprio, que es espectacular. Y eso que nos tocó con no tan buena temperatura ni tanto sol. El único problema es que nunca debe estar ni semivacía. Pero es un mal menor ante tanta apabuyante naturaleza perfecta.

Estuvimos varios días ahí, una semana y un día, con bastantes problemas atmosféricos, pero aún así, Ko Phi Phi se ganó el segundo puesto en la lista de paraísos playeros, sólo superado por Bocas del Toro en Panamá, y sobrepasando a la parte caribeña de Costa Rica: Puerto Viejo, que aunque la recuerdo perfecta, no es Ko Phi Phi.

Ko Phi Phi: me encantará que volvamos a vernos.