15.4.11

Rarezas australianas

Por cierto, después de 16 horas metido en un avión, y no conseguir dormir más de 3, lo que me encuentro es gente rara (algunas cosas para 'bien'). Explicaciones:


- Conducen por el otro lado. Aunque eso no parece ser un problema para ellos, saben que para mí sí. Por eso en casi cada calle pintan en el suelo 'Look right'.


- No hay líneas que separen los dos sentidos de las calles. Ni siquiera imaginarias. Excepto en las muy grandes calles del centro. Así que aunque te acuerdes de mirar hacia el lado correcto, puedes sufrir sustos.


- Hay murciélagos en el parque principal de la ciudad. ¡Murciélagos! ¡A plena luz del día! Muy ruidosos por cierto.


- Los semáforos para peatones se ponen en rojo cuando llevas exactamente la mitad cruzado. Y eso caminando rápido. Siempre hay que correr para cruzar. Se pone en rojo parpadeante para dar un poco de margen, pero rojo al fin y al cabo.


- Todos los semáforos tienen un botón para que se ponga verde para los peatones. No sirve de nada.


- Todos los semáforos están adaptados para ciegos, hacen ruiditos.


- Todas las aceras están adaptadas para sillas de ruedas.


- Es una ciudad muy grande y son casi americanos, pero son amables. Por lo general, muy amables. No como en Colombia o Costa Rica, pero amables. Me he encontrado un par de personas un poco desagradables, pero es que sus trabajos eran realmente una mierda: poli del aeropuerto y tiquetera de museo de mierda.


- Hay músicos con amplificadores y todo en cada parque o calle transitados. Muchos guitarristas.


- He visto maoríes (indígenas de Nueva Zelanda) en el aeropuerto. Tienen la cabeza muy muy grande. Son como sandías. Como sandías grandes. Esto es verdad y no exagero ni un centímetro cúbico.


- No hay muchas papeleras por la calle, aún así está todo bastante limpio.


- Está llenísimo de estadounidenses. No sé para qué vienen: 14 horas de avión para seguir sintiéndose en casa. En realidad creo que esa es su estúpida idea. Se los reconoce porque son más gritones, más sociables, más pesados, más fiesteros... en fin, parecidos a los australianos pero en una versión peor. Los de mi hostal beben vino en bolsa. ¡En bolsaaa!


- Mucha gente en chanclas y muchos otros con pantalón corto y calcetines largos subidos. Así que a lo mejor varios de esos de los que nos reímos en Barcelona sean australopitecus australianos.


- Muchos tatuajes.


- No he visto ninguna bandera australiana, si no es en artículos de souvenirs, en dos días y por las zonas más transitadas. El primero de todos los países que he visto hasta ahora que no te recuerda dónde estás cada poco.


- Hay fuentes para beber por el centro. No tantas como en Roma (o Italia en general) ni sucias/asquerosas como las de Barcelona.


- Hay muchos parques y hierba por el centro (supongo que por las afueras todavía más). Ahí hacen desde picnics hasta gimnasia en grupo. He visto muchísima gente corriendo.


- No contaba con que hubiera calles en diagonales complicadas, ni que hicieran curva. Ésto no es una cuadrícula homogénea casi en ninguna parte.


- Parece una ciudad bastante segura a pesar de ser tan grande.


- Me esperaba más y mejores conexiones. Hay pocas, de pago y lentas. McDonalds ofrece gratis, pero es lentísima; Starbucks la tiene de pago y me dijo camarera que peor que la de McDonalds. Decepción.


- No hay que dejar propinas ni en los bares ni en los restaurantes.


- Es carísimo pasear por aquí.

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