Acabo de aterrizar. Puedo respirar el aire normalmente, creo que hay oxígeno en el aire en unas cantidades bastante parecidas a las de casa, así que he procedido a quitarme la máscara para intentar pasar más desapercibido.
Los singulares habitantes parecen amigables y para nada agresivos; la acogida ha sido cálida incluso. No temo por mi vida. Excepto dentro de sus vehículos terrestres; aquí conducen peligrosamente, se nota que les gusta el riesgo y que no temen romperse. O tienen los mejores sistemas de protección o sus huesos son más resistentes que los nuestros. Descarto la tercera opción: que sean tan temerarios como parecen. Sería demasiado.
Hablan un poco raro, resulta gracioso cuando los entiendo. Le ponen cánticos a cualquier frase y tonos agudos dignos de los mejores sopranos normalmente al final de las mismas.
Por suerte parece que también han inventado el wifi, así que mi vida continúa.
Corto y cierro. Si no hay nuevos posts míos en breve es que son tan buenos actores como caníbales.
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