12.3.11

C2H5OH: Distrito Bogotá

Y la explosión latina en toda su calentura nos empapó toda la cara. Increíbles las colombianas. Las amo a todas y cada una. Con la única vergonzosa excepción de la escogida por mi gran amigo, casi hermano, Joan, aka Sarro, en una noche no demasiado descontrolada ni alcohólica.

Chile me llamaba mucho la atención hasta el día 4, supongo que quemadito de Barcelona, por diferente, pausada, calmada con toques de lentitud y muy amable. No olvido la ayuda de estar de vacaciones.

Pero: el 5 por la tarde llegamos a Bogotá. El 5 por la noche me juré a mí mismo, a mis amigos y a todas las chicas/mujeres del bar, que estos no iban a ser mis únicos 5 días en estas tierras tan cálidas: obvio que no lo digo por la temperatura en la ciudad, pues los 2.600 metros no permite ninguna alegría en forma de poca ropa y la lluvia que no nos ha dejado ningún día, excepto el último, no ha ayudado demasiado al destape.

La gente es la más cálida que he conocido nunca. Acogedora y hospitalaria. Amable y simpática. Alegre y divertida. Ser extranjeros nos ha ayudado demasiado en realidad, pero parece que entre ellos también se cuidan así.

Y las colombianas. Hay las colombianas. Por dios santo con las colombianas. Dios bendiga a las colombianas. Amo a las colombianas.

Ya quería hablaros de ellas la primera mañana, pero problemas de agenda apretadísima, resacas y comidas infinitamente espectaculares y espectacularmente infinitas, lo impidieron. Hoy, 5º día colombiano, sólo puedo asegurar que la primera impresión fue espectacular pero que cada día ha ido mejorando, sin el menor atisbo de duda.

Volveré a Colombia. Veremos si a Bogotá, a Cali, Medellín, Cartagena o qué. Pero Colombia permanecerá en mi retina y masa gris para siempre. Y se ha ganado un viaje pausado y con tiempo.

Por cierto, para los que lo dudabais (supongo que todos): ningún problema en Colombia . Ningún miedo. Ningún susto. Hemos sido precavidos pero parece que no hacía falta. La cámara de fotos no salió nunca, pero debió hacerlo. Unas cuantas fotos se perdieron la (mala) transformación a píxeles, pero peor ha sido la demostración de la falta de confianza en el pueblo colombiano, repito que siempre alegre, siempre amable, siempre hospitalario. Me voy un poco ofendido conmigo mismo en ese sentido.

Y ahora a Panamá!

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