6.2.11

Aventuras sin desventuras de un viaje que despertó algunos sentidos

Pues resulta que a mis tíos se les ocurrió invitarme a pasar unos días con ellos a un pueblo sureño de Chile. La playa chilena parece que no es tan interesante como las mediterráneas porque las olas llegan con algo de fuerza; el pacífico sólo tiene de pacífico el nombre, así que la gente chic, cool, pija y rica van a pasar el verano, cuando toca turismo interno, a zonas de lagos.

Bien, el viaje en coche, con prima y su novio, fue de casi 9 horas superadas con mucha calma gracias a varias paradas a estirar piernas con cafés incluídos y alguna que otra sorpresa en forma de nombre de pueblo: 'Peor es nada' (aquí otra prueba). Genial.


Y una comida E S P E C T A C U L A R en un 'restaurante' como otro cualquiera (y hay cada 300 metros) donde parece que sólo van camioneros y turistas despistados. Justo lo que queríamos, porque es donde puede comerse bien la típica comida chilena hecha en casa. Me decidí por unos 'porotos granaos', que son judías blancas en sopa con maíz, calabaza y albahaca. Después puedes echarle pimientos picantes, cebolla, tomate, ... Normalmente es muy buena, pero esta vez era inmejorabable. Eso vino acompañado de 'pan amasao', que es simplemente pan amasado a mano y hecho en casa, y una 'ensalá chilena' que lleva tomate, cebolla, perejil y aceite. El tomate sabroso como nunca pude comerlo en una ciudad. Y de postre melón con otro sabor sobresaliente. Todo estaba buenísimo y además era mucha cantidad, como para tener que decidir de qué querías comer más. Y todo eso costó 4,5 euros incluyendo la propina.

Después intentamos seguir el viaje como pudimos pero fue difícil, porque el atontamiento por la cantidad de comida y la variedad de sentidos despertados nos dejó un poco lelos y demasiado satisfechos como para querer meternos en un coche otras 5 horas más.

Aún así, afuera, esperaban quilómetros y quilómetros de vistas cambiantes. Avetos y pinos y eucaliptus y muchas, muchas viñas, algunas de las principales del país, con 'Ruta del Vino' incluída, nos acompañaron durante todo el paisaje. Una pena que nunca supe homenajearlos con fotografías dignas.


Después, la llegada al lago Villarica y al pueblo de mismo nombre, con casas espectaculares de madera justo antes de entrar (una de las industrias principales de la zona es la madera) y todavía más paisajes abrumadores.

El resumen es que el viaje, a pesar de lo pesado por lo largo, se hizo corto y no veo el momento de hacerlo de vuelta por exactamente el mismo sitio.

Un buen inicio de aventura.

8 comentarios:

  1. ooohhhh!!! porotos granados!!!! mmmh!
    pero la ensalada chilena va con cilantro, no perejil, eh??? ;)
    que bonito todo lo que explicas... besazo!!!

    ResponderEliminar
  2. Es verdad, pero ésta llevaba perejil! Creo... :P

    ResponderEliminar
  3. por favor, comete una humita!!! con ají y esos tomates que saben a tomate :)

    ResponderEliminar
  4. Si, esa es de las pocas cosas típicas que me falta por comer... ya contaré!

    ResponderEliminar
  5. Martín, amigo, tardaste en volver a publicar, pero cuando lo hiciste nos diste una alegría y un pequeño alo de esperanza para viajar sin salir de casa y olvidar aunque fuera por un momento nuestras sórdidas y tristes vidas propias de los que no saben disfrutar de los placeres de la vida; o bien los que disfrutamos con cuentagotas, no cómo ussia. Sigue alumbrándonos con el viaje de tu vida al mundo en 600 y pico días. Gracias amigo, un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Em... gracias! Pero... quien eres? Y aún más: Quién dijo 600yPico? :P

    ResponderEliminar
  7. Soy Beto, y lo de las 600 días creía habértelo oído decir a tí; y si non e vero, e ben trovato, como dicen en el país de mi amigo Silvio.

    ResponderEliminar
  8. Ni es vero ni está ben trovato :P Ojalá sean más de 600 días, aunque lo dudo. Tampoco digas q tienes un amigo llamado Silvio del país de la mafia, donde es más papista que el papa. Y con 'papista' me refiero a mafioso cabrón. Un abrazo a pesar de las incorrecciones! :)

    ResponderEliminar